Me acerqué poco a poco, la tensión era palpable, su aroma invadía mi nariz, sus pupilas se agrandan y una sonrisa coqueta se formó en su rostro, y yo sólo me senté a su lado intentando evadir todo.
—No tiembles, no te haré nada —Ni siquiera había notado que estaba temblando.
—No lo hago —Mentí.
La serie continuaba con su curso, pero para ser sincera no supe ni de que hablaban.
—Por lo de hoy... —Comenzó a hablar, lo mire de reojo, se le veía nervioso, probablemente más que yo —Creo que no supe manejar las cosas, y te debo una disculpa.
—No, está bien —Me giré para quedar cara a cara, puse mi mano en su rodilla como forma de consuelo —Creo que ninguno supo manejar la situación, no me siento mal por golpear a la chica, pero soy consciente de que no fue lo correcto, y bueno, fue lo que desencadenó todo lo demás.
—Tenía terror —Dijo en un susurro, me sentí muy identificada —Cuando vi salir a toda esa gente, de verdad me dio pánico, reaccioné demasiado lento, no sabía qué hacer.
—No fue tu culpa —Acaricie ligeramente su rodilla.
—Dylan lo manejo muy bien.
—Sí, siempre sabe cómo mover a las personas, aunque jamás creí que podría hacerlo con tantas personas, es muy bueno.
—Pero... Tú... ¿Estas bien? —Sus ojos delatan culpabilidad.
—Sí, me duele un poco la mano, pero estoy bien —Moví la muñeca.
—¿Puedo verla? —Afirme y le estire mi mano, comenzó a acariciarla con delicadeza —Está un poco hinchada, pero parece que no es nada grave —Siguió sobando y moviendo, el dolor iba disminuyendo de mí —¿Tienes vendas o pomada?
Afirme, me levanté y corrí al baño, saque del botiquín lo que pidió, y camine de regreso junto a él.
Tomo con sus dedos una porción de pomada y la puso en su palma, comenzó a hacer fricción.
—Es para calentarla —Dijo al ver mi rostro.
—Ya sabía —Sonreí, justo eso hacía mi mamá cuando me sobaba el pecho en mis ataques de asma.
—Dame tu mano.
Se la di y comenzó a acariciar, era tan tierno en cada movimiento, no pude evitar sonreír como tonta, cuando sus cejas se juntaban por la concentración que ponía, la mandíbula se tensaba y sus ojos no perdían el enfoque. Se veía demasiado atractivo.
—Solo toca poner la... —Levanto su rostro y nuestras miradas se encontraron, por nervios en seguida aparte la mía —Solo falta la venda.
Afirme y él comenzó a enrollar.
—¿Quién te enseño? —Pregunte curiosa pues tenía un patrón la forma en lo que lo hacía.
—Aprendí con un señor hace mucho tiempo, cuando era más pequeño, tenía muchas peleas y bueno, al final lo adopté.
—¿Tu madre no se molestaba? —Pregunte curiosa y es que su mamá no parecía de esas que olvidaban a sus hijos o que los descuidaban, parecía extremadamente sobreprotector, aunque alguna vez me dijo que vivió su niñez con Nina.
—No le importaba —Respondió seco.
Evidentemente le molestaba el tema por lo que decidí no insistir, estábamos teniendo un momento tranquilo, no podía arruinarlo.
—¿Cómo esta Ollyn? —Su reacción cambio drásticamente, una sonrisa se formó en su rostro y sus ojos brillaron.
—Bien, muy bien —Coloco un gancho para sujetar la venda —Me ha preguntado por ti.
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Morena
Roman d'amourDanielle Caballero es una chica de preparatoria que desarrolla una vida normal hasta que una bomba comienza problemas y chismes sobre ella, todo lo típico en adolescentes ¿No?