A la mañana siguiente regresamos a casa, y hablo de la casa de mis padres, decidí que quizá era una buena idea estar unos días con ellos, al final éramos familia, o algo muy parecido.
En cuanto llegamos pude ver el carro de mamá en la entrada, me lleno el alma verlo, lo extrañaba muchísimo en la privada.
—Ya te lo puedes llevar —Dijo Elena a mis espaldas —La verdad es que te lo podías llevar desde hace mucho, es solo que a tu padre y a tu hermano les gusta tenerlo aquí, les trae buenos recuerdos.
—Supongo que sí —Sonreí —Gracias —Me giré hacia ella —Por preocuparte por mi hermano y por mi padre.
—No es nada, ya son mi familia.
Asentí y seguí a mi hermano y a mi padre adentro de la casa.
Subí a mi recámara y todo estaba igual, era extraño, era como si jamás me hubiera ido, el aroma a mi perfume, las cobijas rosas limpias, los pisos blancos, los libros del estante, todo era exactamente igual.
Me pare frente al espejo y mi reflejo estaba muy mallugado, tanto físico como mental. Tenía el ojo derecho completamente rojo, estaba hinchado y la mejilla era entre un color rojo y toques morados, levante un poco la gasa para mirar la herida, no era grande, pero probablemente me dejaría una marca.
Me recosté y miré el techo, y por un pequeño segundo recordé lo buena que era mi vida hace unos años atrás, tenía unos padres que se amaban, un novio increíble y amigos por montón, aunque razonando mejor todo, creo que era una fantasía, era una burbuja de protección, pues mi padre engañaba a mi madre, mi novio me engañaba a mí y mis amigos para el día de hoy, ya no son mis amigos.
¿En qué momento todo cambio de manera tan drástica?
Fue tan rápido, o quizá simplemente yo me tape los ojos, no quería ver mi realidad.
—¿Dani? —Saludo Elena al otro lado de la puerta.
—Dime —Conteste aun sin levantarme.
—¿Puedo pasar?
—Sí, claro, ¿Qué pasa? —Me enderecé.
La vi debatiendo entre sentarse a mi lado o no. Al final se sentó.
—Te quería invitar a mi boda —Se tomaba las manos de forma nerviosa.
—¿Como? ¿De qué hablas? —Pregunté dudosa, se suponía que ellos ya se habían casado el día que yo llegué.
—Sí, el martes por la tarde tu padre y yo nos queremos casar, claro, si te parece.
—Yo... —En realidad no sabía que decir o hacer, no entendía el contexto de las cosas.
—Puede ser otro día, si es que estas ocupada.
—Creí que ya se habían casado —Interrumpí, mil ideas recorrían mi cabeza.
—No, la verdad es que, si fuimos, pero no estaba toda la familia, no nos podíamos casar sin ti.
—¿Sin mí? —Dije dudosa.
—Sí, no nos podríamos casar jamás sin ti.
Lo que dijo fue lindo, pero el tono que ocupo no fue el correcto, parecía que me lo estaba reprochando.
—¿Qué?
—Sí, yo sé que no iniciamos bien, y que cometí demasiados errores, pero amo a tu padre, y me quiero casar con él, pero necesito que tú nos apoyes, para él es importante que tú estés, que tú nos acompañes.
La forma en la que hablaba era como un reproche, como si yo tuviera la culpa.
—No lo creo —Negué con la cabeza —No sé si recuerdas la cena antes de navidad, a la cual no me invito, de hecho, me dejo de lado por llevarte a ti, así que no quiero que me vengan con el cuento de que no pueden casarse sin mí, como si fuera mi culpa.
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Morena
RomanceDanielle Caballero es una chica de preparatoria que desarrolla una vida normal hasta que una bomba comienza problemas y chismes sobre ella, todo lo típico en adolescentes ¿No?