Alguna vez lo dije antes y hoy lo confirmo, las personas necesitan sentirse queridas, aunque sea un segundo, aunque sea por momentos.
Verlo parado, en la entrada de mi casa, empapado por la lluvia me daba tanta nostalgia, y por alguna razón un sentimiento de tristeza amenazaba a mis ojos con llorar, y esa sensación de que le importaba a alguien me calentaba el pecho.
Como si mi cuerpo se mandara solo corrí hacia él, lo abracé, envolví mis manos en su cuello y mis piernas en su cintura, no me importaba lo mojado que estaba, tenía que sentir cariño, él enseguida me respondió el abrazo pasando sus brazos por mi cintura.
Me separé un poco para verlo a la cara, su mirada preocupada me estremecía cada centímetro de mi piel.
—Vámonos, vámonos lejos —Su mirada penetrante no se apartaba de mis ojos, no decía nada —Por favor —Insistí.
Bajé mis piernas al no tener respuesta, quizá no había ocupado las palabras correctas, estaba tan necesitada de cariño que no pensé en lo que dije.
De un segundo a otro él me apretó aún más fuerte contra su pecho susurrando a mi oído —Vámonos a donde quieras, morena —Una sonrisa coqueta se formó en su rostro —Pero necesitas ropa por lo menos para una semana.
Le di un ligero beso en la mejilla, que hizo que se sonrojara. Me bajo y enseguida tome su mano para que me acompañara a mi cuarto.
—Tienes que bañarte o seguro que te enfermas —Solté su mano y señale el baño privado que tengo dentro de mi habitación —Mientras, yo prepararé mis cosas.
El asintió obediente, se acercó y me dio un pequeño beso en la frente, para al fin adentrarse en mi baño.
Pasaron apenas unos minutos cuando vi a Edan bajar las escaleras, corrí sin hacer ruido a la habitación de él, necesitaba un pantalón para que Archi vistiera. Rebusque en su armario y saque un pans gris. Regrese a mi cuarto y saque de la mochila la camisa blanca que justo hoy le iba a devolver, lo deje todo en la cama.
Archi necesitaría su espacio para vestirse por lo que baje las escaleras en dirección a la cocina.
Edan estaba parado frente a la alacena, tenía su teléfono en una mano y la caja de cereal en la otra, probablemente se distrajo viendo vídeos.
Levanto la vista y dio una sonrisa de boca cerrada.
—¿Quieres cereal? —Pregunto levantando la caja.
—Si, por favor.
Enseguida dejo su teléfono y el cereal en la isla y saco 2 platos.
Me preparo el cereal con leche y fresas. Lo hizo todo demasiado rápido, como si en cualquier momento yo fuera a irme por su lentitud. Cuando termino me lo acerco. Ambos nos sentamos y comenzamos a comer. Esto ya era algo cotidiano en nosotros, bajábamos cuando ya era demasiado tarde para cenar cereal juntos, a veces él iba y me despertaba o yo lo hacía, aunque hace mucho que no lo hacíamos, años en realidad.
Estaba tan inmersa en mis recuerdos que no me di cuenta que me estaba hablando, hasta que paso su mano frente a mi cara.
—¿Dani?
—Perdona, no estaba poniendo atención —Lo mire apenada, probablemente ya llevaba rato platicando.
—Yo... —Soltó un suspiro, hice un movimiento con la mano dándole a entender que siguiera hablando —Dani, tu sabes que te apoyo, ¿Cierto?
Busque una expresión en su rostro que me dijera si estaba bromeando o no.
—¿Si? —Susurre, no sabía a qué venia esta confesión.
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Morena
RomanceDanielle Caballero es una chica de preparatoria que desarrolla una vida normal hasta que una bomba comienza problemas y chismes sobre ella, todo lo típico en adolescentes ¿No?