Capítulo 33 "Soy Tristán"

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Nunca he creído que existan personas completamente buenas o completamente malas, creo que es un todo, muchas veces se define en si tienen un buen día o un mal día.

Claro que me sentía traicionada, pero no odiaba a nadie, nadie merece ser odiado, el odio es un sentimiento cambiante, si no le das de comer en cualquier momento se puede voltear en tu contra.

Dylan no dijo mentiras, de hecho, me hizo darme cuenta de muchas cosas, si me engaño, pero, después de todo yo lo sabía, digo, no sabía que era con mis amigas, pero no era ciega para no notarlo, los chupetones no salen de la nada.

Archi y yo no éramos nada formal, nunca lo fuimos, nos divertimos, nos ayudamos, pero nunca pasamos de eso, no tenía por qué explicarse, ni por qué hacerse responsable de mis sentimientos, creo que nadie es responsable de lo que las demás personas sientan.

Dante me ocultó lo de Danna para no herirme, suficiente dolor ya había cargado él con el secreto, yo sabía que ellos 2 tenían algo, aunque nunca supe porque nunca funcionaron, bueno, antes no lo sabía.

Edan no dijo nada de mi padre porque no le pertenecía contarlo, y aún que así fuera yo no podía ponerlo en esa situación tan incómoda, es y siempre será mi hermanito, tenía que apoyarlo.

Valeria está enamorada o quizá encaprichada de Archi, y sé que eso nos hace ciegos, egoístas e ingenuos, y es completamente normal, solo somos jóvenes intentando buscar una zona de confort y ella lo encontró en él.

Y con respecto a mi padre, creo que él puede hacer su vida como le plazca, claro que al principio me molesto, pero después de todo ¿Quién soy yo para juzgar?

Desde que regrese a la privada no me he enterado de nada de nadie, mi hermano solo me mandó un mensaje de que ya estaba en casa, no conteste, no sabía que decir.

Archi y Dante no han salido de su departamento, de hecho, ni si quiera sé si están ahí. Y por mi parte tampoco he tenido muchas ganas de moverme.

—¡Hola Dani! —Kharla corrió a mi cama y me abrazo con euforia, acababa de regresar de sus vacaciones y se veía más que bronceada —¿Cuándo llegaste?

—Ayer, por lo del concurso —Dije sin mucho interés volviéndome a acostar.

—Sí, me enteré que hubo un problemilla —Se sentó en la orilla de mi cama con la mirada expectante, era obvio que lo sabía.

—No, sólo un arreglo de malentendidos —Dije quitando importancia.

—¿Y qué haces aquí? —Volvió a cuestionar.

—Ya te dije que vine por lo del concurso —Repetí.

—No, que haces aquí en cama deprimiéndote —Brinco sentada haciendo que todo se sacudiera.

—No estoy deprimida —Me acurruque aún más.

—Claro que sí, ven acompáñame a la estética —Estiró su mano.

—No tengo ganas —Dije girándome para darle la espalda.

—Dale, nos hace falta un cambio —Sacudió mi cabello —Sé que tú también lo quieres —Negué con la cabeza aún sin verla —Es un año nuevo, tenemos que renovar, dale.

Me quedé callada y quieta, algo en mi cabeza creyó que si no me movía y no hacía ruido haría que se fuera, pero terminó subiéndose encima de mí gritando una y otra vez que fuéramos.

—Ya está bien, deja me cambio —Respondí sin muchos ánimos.

—Apúrate, te espero abajo —Salió corriendo de la habitación.

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