Capitulo 47 "¿Quien dijo que yo necesito ayuda?"

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Al salir dejé una nota en el cubículo de Jaime, el gemelo no se encontraba, por lo que lo metí por debajo de la puerta, no quería hacerle pasar un mal rato.

Iba a marcarles por teléfono a los chicos, pero como aun no contestan el mensaje de ayer, supuse que aun despertaban, lo mejor era avisarles después.

Debido a que yo debía volver a la escuela en una semana, decidimos que cada quien se regresara en su propio auto, lo cual agradecí, y no me mal entiendan, me encantaba pasar tiempo con mi hermano, pero estaba segura que las próximas 5 horas serian de él aconsejándome como llevarme mejor con Elena y mi padre, y la verdad es que podría arrepentirme en cualquier momento.

Cuando pasamos las 3 horas de viaje supuse que ya no había vuelta atrás, y se lo estúpido que suena, pero ya habíamos recorrido más de la mitad del camino, lo cual me hacía sentirme obligada a terminarlo, digo, si solo hubieran pasado 2 horas podría regresar y solo habría perdido 4 horas de vida, pero ya eran 3 horas lo que equivalía a un cuarto de día, no podía perder un cuarto de día.

En definitiva, estaba intentando convencerme de alguna manera de que ya no podía dar la vuelta, que tenía que terminar esto de una vez.

Fue demasiado incomodo llegar a la casa, pues mi padre ya nos esperaba en la entrada acompañado con un montón de maletas y una Elena muy sonriente.

Edan se salió con la suya, y lo sabía pues una sonrisa aún más grande que la de Elena se reflejaba en su rostro.

Solo entramos a la casa para dejar nuestros teléfonos, para que fuera "Tiempo en familia", idea de Elena. Cuando lo sugirió estuve a punto de regresar a la privada, pero en el momento que Edan acepto, supe que no podía hacer nada. El único que podía tener uno era mi padre, pero por su trabajo.

"Es una buena idea, no te estreses" me repetía a mí misma, una y otra vez, mientras subíamos a la camioneta, Edan de vez en cuanto apretaba mi mano para reconfortarme, pero aun así me sentía expuesta.

Llegamos a un pueblo muy cercano a casa, apenas a 2 horas. Era un lugar cálido, pero no caluroso, con hermosos paisajes naturales, al final, esto podía terminar bien.

Rentamos una sola habitación, cada uno con su propio cuarto, "Para estar más cercanos", una estupidez, si me lo preguntan, lo único que provocaba esto era incomodarnos a todos.

En resumen, los primeros 2 días fueron muy tensos, nadie hablaba con nadie, apenas había temas de conversación en la mesa, todo se basaba en desayunar en el hotel, comer en algún restaurante y cenar nuevamente en el hotel. Nada fuera de lo común de un viaje familiar.

Edan y yo nos escapábamos para pasear, pero esto no resultaba muy satisfactorio, por lo menos no para mí.

A toda tienda a la que entrabamos mi vista buscaba de manera automática los turbantes, después de tantos años, aún lo sigo haciendo, aun los sigo comprando, creo que es una forma de sentir que aún está aquí y que al llegar a casa se los probará y dirá con muy poca fe.

"Quizá lo use mañana"

Nunca supe si lo decía porque no le gustaban los colores o porque no creía tener un mañana.

—Es lindo —Murmuro Edan señalando un turbante verde militar que estaba frente a mi vista.

Lo miré y sonreí triste.

—Siempre tuviste pésimo gusto —Dije soltando una ligera risa pues la verdad es que era muy feo.

—Tengo mejores gustos que tú —Entrecerró los ojos.

—Solo los utilizaba para que no te sintieras mal, pero los que elegías eran horrendos.

—No lo eran, se veía linda.

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