68.- nerves

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Me apoyé a su lado mientras las leves lágrimas que quedaban en su rostro se secaban, la tenue luz que nos ofrecía la luna era perfecta para el íntimo momento que estábamos viviendo

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Me apoyé a su lado mientras las leves lágrimas que quedaban en su rostro se secaban, la tenue luz que nos ofrecía la luna era perfecta para el íntimo momento que estábamos viviendo. Un suspiro algo tembloroso salió de sus labios y dejó entrever que las ganas de llorar aún no se habían ido del todo, acaricié su cabello pero fui interrumpido por su mano.

Sólo sostén mi mano —murmuró con la voz quebrada.

La posicioné bien y dejé que se sentara sobre mi regazo, ambos pechos se tocaron. Su rostro por otra parte lo tapaba su cabello, dejé un mechón detrás de su oreja y formé una leve sonrisa cuando logré ver su cara.

—Todo está bien —dije tranquilizándole. Ella levantó la mirada confundida —. Vamos, si estamos juntos en esto, nada puede salir mal. Somos un equipo, una pareja ¿lo recuerdas?

Ella mordió su labio y escondió su rostro en el espacio entre mi cuello y hombro. Dejó que mis manos se posicionaran en su cadera dejando breves caricias.

— ¿No estás molesto? —preguntó. Reí

—Claro que no. ¿Por qué lo estaría?

Ella se volvió a alejar y me miró a los ojos, tomé su rostro entre mis manos.

—Cuando hablábamos de poner las cosas más formales siempre cambiabas el tema, Buck. Pensé que todo esto te abrumaría y te alejarías... no me malinterpretes, podría crear perfectamente a un hijo sola.

—Me siento claramente ofendido por eso —respondí. Una sonrisa se formó en sus labios y mi corazón se aceleró al verlo.

—Lo que quiero decir es que, puedo hacerlo sola y no necesito un hombre como tú para seguir adelante.

Enarqué una ceja.

»Oh diablos —murmuró para sí misma —. ¡Eso no fue lo que quise decir!

—Realmente espero que no y que sólo sean las hormonas del embarazo que están hablando por ti.

Ella rió y golpeó mi pecho juguetonamente.

—Mi intención era que por más que puedo hacerlo sola, no quiero. En el fondo de mi corazón siempre esperé que este día llegara y tengamos un hijo, un pequeño tú y yo. Pero cuando me enteré lo único que quería era salir corriendo o saltar por la ventana.

—Agradezco a Wanda y Nat que te prohibieran hacer eso —murmuré.

— ¿Estás feliz? —preguntó con inseguridad.

—Claro que lo estoy amor —respondí limpiando los restos de lágrimas —. Mi intención nunca fue que te pusieras tan nerviosa por decírmelo. Podríamos tener al bebé más feo del mundo y aun así estaría feliz porque sería padre contigo, juntos.

—No tendríamos el bebé más feo del mundo. Eres demasiado lindo para que fuera feo.

—Tú no te quedas atrás.

Su mano acarició mi rostro y con la breve luz pude notar como sus ojos tenían unas pequeñas ojeras.

— ¿Qué tanto miras?

¿Cuándo fue la última vez que dormiste?

—Un par de noches atrás, el embarazo me tenía con los nervios a flor de piel.

Me levanté con ella en mis manos, una exclamación en español salió de sus labios haciéndome reír.

—Bien, es momento de que duermas otra vez. Nuestro hijo tiene que nacer sano y fuerte.

—Eres un tonto Barnes.

—Hijo, dile a tu madre que no me insulte por favor —dije dirigiéndome a su estómago.

—Aún no escucha.

—Diablos, mañana le pediré ayuda a Visión para que me enseñe cosas sobre el embarazo.  

Bucky Barnes »One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora