VII. Trabajo y Fiesta (parte 2)

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— No entiendo cuál es su jodido problema, ¿Viste la cara que puso cuando nos vio? —Cuestiona Vans a sus silentes acompañantes—. Estoy casi seguro de que no deseaba vernos. No debimos tomarnos la molestia de venir hasta aquí. —Finaliza con un bufido. El joven parece especialmente molesto con Máximo y sus formas. Intenta susurrar pero es escuchado con claridad por todos los presentes; incluyendo a la persona sobre quien recae la queja, esto debido a que él se encuentra en su habitación que está ubicada a escasos metros del jardín.

— Solo déjalo tranquilo, Vans. Cuando llegue el momento y se sienta cómodo, él nos contará que le ha estado sucediendo. Además teníamos que estar seguros de que vendría a la fiesta; incluso si eso implica llevarlo a la fuerza. No podemos darnos el lujo de desilusionar a Vanessa. —Media Arthur con sobriedad. La costumbre de comportarse como el mayor del grupo siempre ha sido su fuerte.

— Cómo si llevarlo a las malas fuera una opción...—Interviene Lissandra Kaplan con la intención de hacerle un desaire—. Tú más que nadie deberías entender que no conseguiríamos meterlo a la carreta por las malas, ni aunque nuestras vidas dependieran de ello.

Vans suspira en respuesta. — En fin. Todo esto es tú culpa. ¡No debiste mentirle! No entiendo por qué le dices a ella que Máximo confirmó su asistencia, cuando podías ser honesto desde el principio y decirle que no lograste contactarlo.

Arthur alza los hombros y le regala una sonrisa honesta luego de beber un poco de té.

— Espero que con su actitud no arruine el ambiente en la fiesta... Sería toda una lástima que Máx decidiera no comportarse. Especialmente después de todo lo que Vanessa ha soportado por ese cabeza dura. —Menciona Lissandra sin intención alguna de ocultar su comentario. Su tono no denota preocupación ni una pisca de advertencia. Parece a la expectativa, invitándolo abiertamente a que lo haga—. Supongo que todavía debe gustarle... —Complementa bajando la voz.

La interlocutora se unió al grupo sin querer, luego de que Arthur la presentara como su prima, caracterizándose por ser una persona mordaz. Ella vivía junto a su padre en Goldencity; y terminó en las incipientes tierras de la ciudad Maderera después de que él fuera requerido de nuevo en el frente.

Antes del retiro, el hombre tenía un cargo de oficial y era muy bueno en las batallas marítimas; lo que generó un llamado inminente al servicio luego de que la armada del Imperio Wayland tuviera una racha prolongada de derrotas. Todo sin un ápice de pudor.

Esto causó que la mimada Lissandra viniera a vivir de mala gana con su madre; y aunque se conoce con todos desde hace ya algunos años, en teoría nunca se ha llevado de maravilla con Máximo.

— No creo que solo le guste a Vanessa. —Comenta Vans para salir de la conversación con impaciencia—. Ten por seguro que muchas chicas se ven atraídas por él y su maravillosa forma de tomarse las cosas con calma, ¡SIN IMPORTARLE EL TIEMPO DE LOS DEMÁS!

—Tranquilo amigo, aquí estoy. —Tercia Máximo con tono mesurado—. Debe causarte algún tipo de placer el hecho de refunfuñar todo el tiempo.

Todos se quedan perplejos cuando lo observan arreglado y no en sus fachas habituales que utiliza para el trabajo por primera vez en mucho tiempo. Su ropa, pantalón y camisa blanca con las mangas hasta las muñecas, todo hecho de una seda costosa y que reserva para ocasiones especiales.

<<El cumpleaños de mi amiga de la infancia es una ocasión especial>> Pensó cuando se lo colocaba. Ahora, se enfoca en la reacción de Vans tras su comentario.

Vans guarda silencio y agacha la cabeza sumergiéndose en su silla en una especie de acto reflejo.

— Ya que por fin has terminado, ¿Qué alguien me diga qué estamos esperando? No perdamos más el tiempo y vámonos ya. No es muy educado que la mitad de los anfitriones estén fuera de la fiesta. —Manifiesta el joven colocándose finalmente de pie.

Sangre de Dios: El Imperio. (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora