LVIII. Mahar Se (parte 2)

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La vida en las tierras del sol nunca ha sido fácil. Caminar y caminar. Seguir caminando sin descanso. Cientos de kilómetros de arena. Arena quieta y caliente bajo el astro, movediza y destructiva cuando este se agota. <<Ya sabes lo que dicen, el sol nace y muere en nuestras dunas>>.

Sin agua ni comida suficiente para vivir. Todo el tiempo luchando contra criaturas que quieren lo mismo que nosotros: sobrevivir. Criaturas que cavan y se arrastran. Criaturas que intoxican y matan. Criaturas sin sangre y dispuestas al desastre. Todo tipo de criaturas únicas y fascinantes a la espera de ser observadas y entendidas. El entendimiento siempre nos brinda poder; pero dadas las circunstancias y la postura de gran padre, no hay mucho que hacer para alguien como yo.

Nunca he entendido la mentalidad Aghri. La lucidez y el raciocinio se nos escapan cuando empuñamos nuestros sanguinarios instrumentos y en el horizonte se asoma una pequeña aldea de hermanos con algo de comida. No hay asalto que me prevenga de la sensación de asco que me produce contemplar a mi pueblo sumergido en un frenesí de carne y huesos.

Gran padre me odia. No comprende como su linaje se vio mancillado por un tipo como yo. Un observador; un pacifista. Culpa a mi madre por mi formación en las artes del mundo y por esto siempre me ha obligado a permanecer con los viejos y las mujeres. Al menos debo reconocer que tiene algo de cerebro al no permitir que sus enemigos lo reten por mi presencia con los guerreros.

Nunca me desagradó compartir con personas que tenían cosas que enseñarme por su constante vivir. Caso contrario de cómo me sentía cuando era obligado a juntarme con aquellos de los que no hay nada más que observar que sus ansias por la sangre y su comportamiento burdo e instintivo.

Un día de mi niñez, gran padre decidió dar cabida a un pobre Mahur que pasaba por nuestro oasis. Un anciano sin tribu ni comunidad pero habido en lenguas y artes del mundo. Gran padre le perdonó la vida luego de que el Mahur prometiera a encontrar agua en las dunas para no depender únicamente de los oasis. Luego de un periodo de práctica, todas las mujeres sabían hacerlo. Yo aprendí primero que ellas, pero no dije nada por temor a la ira de los guerreros.

El Mahur luego de cumplir con su parte, rechazó la oferta de ser adoptado bajo el símbolo de gran padre aludiendo que su función es brindar algo de ayuda a todos los pueblos libres de Shilvar. Gran padre se ofendió e intentó reclamar su sangre, pero antes de que lo consiguiera y arriesgando mi vida en el proceso, decidí usarme como moneda de cambio. –Gran padre, si lo dejas vivir me marcharé con él y de esta forma tu dignidad será restaurada. –Fue lo que le dije mientras le sostenía la mirada. Nunca había sentido tanto terror en la vida.

Gran padre no lo dudó ni por un instante. Con un bufido y una sonrisa contestó: –Te irás de aquí en el acto y renunciarás a mi símbolo y a mi nombre. Nunca más regresarás y no podrás decir que eres mi hijo.

Drástico, agresivo y ofensivo. Así era padre. El viejo Mahur luego de dedicarme una pequeña mirada asintió. –Acepto los términos gran Rulth Do. –Repuse con toda la valentía que pude reunir en mi escuálido pellejo.

Y así, el cambio de mi vida y el inicio de mi aventura comenzó cortando los lazos que me unían con ese grupo de matones, abriéndose por completo un mundo lleno de saber y observación.

El Mahur se llamaba Kel. Antes de salir del oasis de Rulth Do y luego de burlas incontrolables hacia mi persona por la imprudente decisión que tomé, sentenció que mi nombre sería Se. No me opuse a su edicto puesto que entendía que mi vida ahora dependía por completo de él. Si se mira en retrospectiva tal decisión fue sumamente irracional, no estaba ni remotamente seguro de que me aceptaría; y preservar mi vida por mi cuenta no estaba dentro de mis planes. ¿Qué podría haber hecho yo si Kel no me hubiese aceptado? Probablemente morir. Gran padre seguro que me hubiera ejecutado en el acto por traición. Pese a que los códigos dijeran lo contrario.

Sangre de Dios: El Imperio. (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora