XXV. Los Iluminados

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Michael y William se acercan con notable inquietud. Máximo sostiene firmemente la espada sobre el cuello del Trasgo causando que se deslice un pequeño hilo de sangre maloliente.

- ¿Por qué puedes hablar, asqueroso? -pregunta William impacientemente. Michael toma una cuerda y con cautela la utiliza para amarrarlo con firmeza. Aprieta los nudos hasta que la piel muestra indicios de desgarro y saca una pequeña daga para luego clavarla justo al lado del Trasgo. A continuación menciona: -Más te vale ser sincero, alimaña.

El Trasgo asiente y parece ansioso, mira a Máximo con cierto deje de súplica. Traga grandes bocanadas de saliva y responde: -Humanos esclavos enseñar.

Máximo siente como la furia crece en su cuerpo. Recuerda la escena de las mujeres abusadas y asesinadas en aquella pútrida caverna. El Trasgo percibe la creciente aura de muerte por lo que rápidamente agacha la cabeza.

-¿Por qué talan los árboles? ¿Dónde está el resto de ustedes y por qué están tan inactivos con sus ataques a nuestras ciudades últimamente? -cuestiona Michael quien no oculta las ganas que tiene de lastimarlo.

El Trasgo duda por un instante, por lo que Máximo presiona la espada nuevamente sobre su cuello y parece surtir efecto. Suspira y responde: - Tener órdenes. Nosotros deber preparar la zona para el regreso de los iluminados.

-¿Quién putas son los iluminados? -menciona Máximo con tono áspero.

-Aquellos a los que mi señor otorgó su gracia. Ser poderosos e inteligentes guerreros.

-Entonces tus iluminados están junto a tu señor... –asevera Máximo sorprendido por la complejidad del asunto. Trasgos y Orcos agrupados con quién sabe qué otras criaturas, reconociendo la existencia de alguien superior a ellos y con la habilidad de otorgar dones y de mandarlos.

-No, yo desconocer paradero del señor. Solo dar órdenes antes de irse al respecto de prepararnos. Por favor, es todo lo que yo saber, dejarme vivir, ¡Por favor!

-Antes que nada, solo tengo un par de preguntas más, ¿qué clase de criaturas son tus llamados "iluminados" y dónde puedo encontrarlos? -pregunta Máximo con aparente desinterés.

-Ustedes humanos darles nombres de Trols. Están ubicados desde este punto a unos cuantos días viajando hacia el lugar donde se oculta el sol. -Por un segundo su semblante se torna siniestro al mencionar la ubicación, pero rápidamente vuelve a su aspecto lamentable y suplicante.

-Prepárense, iremos al Oeste. –Se limita a contestar Máximo

Michael y William se miran entre sí. No comprenden cuál es el plan que pasa por la mente de Máximo por lo que guardan silencio. El joven enfunda su espada y se sienta en un tronco cercano al Trasgo; se sumerge en sus pensamientos por unos cuantos instantes hasta que una pizca de iluminación le golpea el rostro. William se acerca y menciona en un tono suficientemente alto para que aquel desagradable Trasgo lo escuche: -espero que no planees dejarlo con vida. Sería un riesgo que no podríamos asumir bajo ninguna circunstancia. Además, hay demasiada información que podríamos extraerle; claro, utilizando los métodos adecuados. -lo último lo entona mientras se lleva una mano al pomo de la daga que recuperó del cadáver del Orco y le dedica una mirada irónica y felina al Trasgo. Esté al sentirse amenazado se retuerce involuntariamente.

-Tienes razón William, pero no acabaremos con él personalmente. Ha cumplido con su parte por lo que sería descortés incumplir con la nuestra y asesinarlo sin más. -Contesta Máximo con voz sombría.

-Entonces, ¿Qué pretendes que hagamos con él, Máx? -interrumpe Michael confiado en el juicio de su hermano. El zorro se acerca mientras tanto al Trasgo y lo olfatea, en su pequeño rostro se refleja una repulsión y un odio impropio que desemboca en un agudo gruñido.

-Sencillo, vamos a atarlo y a amordazarlo para que no pueda gritar. Con algo de suerte sobrevivirá hasta nuestro regreso y entonces nos lo llevaremos a cuestas hasta un sitio un poco más seguro, dónde podamos extraerle toda la información que necesitemos.

-Malditos, malditos mentirosos. -Grita el Trasgo tratando de liberarse de sus ataduras.

Máximo camina lentamente hasta él, sostiene el rostro de la criatura firmemente obligándolo a callar y le dice con un tono neutro: -Jamás dije que te liberaría desgraciado. Lo que estoy haciendo es mucho más de lo que tú especie haría por la mía en una situación similar, por lo que espero que te sientas agradecido de que no te torture y deje que los animales se alimenten de tus entrañas; eso de momento, tal vez cambie de opinión si me haces perder el tiempo buscando a tus putos Iluminados.

El Trasgo se queda en silencio. William y Michael se acercan y ejecutan las órdenes de Máximo; sujetándolo a un tronco que lo oculta por completo. Montan sus caballos y emprenden el viaje hacia el Oeste. El Trasgo emite sonidos ininteligibles mientras el grupo se aleja de la zona.

Avanzan por unas cuantas horas bajo la sombra constante de los enormes árboles que los rodean, el camino se torna un poco más complicado de transitar por la creciente vegetación de la zona; aunque nada excesivamente complicado.

En el horizonte empiezan a divisar nuevamente a aquellos enormes picos pertenecientes a la cordillera. Sus puntas se tiñen de diferentes tonos de blanco, reflejando la existencia de capas poco uniformes de nieve. Estas puntas irrumpen en el despejado cielo azul que lo absorbe todo brindando un hermoso pero inexpugnable paisaje.

-¿Por qué dejamos a aquel bastardo atado? Pudimos sacarle toda la información y luego matarlo... -menciona William avergonzado por cuestionar a Máximo.

Máximo no se inmuta, continúa con su semblante tranquilo y sin cambios. Gira su cabeza y mira fijamente al horizonte. -Nos dirigimos a observar que se traen entre manos sus Iluminados de mierda. Tengo la corazonada de que si permitimos que regresen con éxito de su misión las cosas se tornarán difíciles para los humanos, por lo que sabotear lo que sea que hagan es nuestra prioridad. Además, con unos cuantos días a merced del hambre y la sed puede que se encuentre mucho más dispuesto a colaborar con nosotros. Quizás no tengamos que esforzarnos mucho para que nos cuente sobre su señor y colaboradores, o sobre la incidencia, de ellos o nuestra, en la aparición de aquella magia negra.

-Por la incidencia nuestra supongo que te refieres al Gobernador Amón. –Responde Michael mientras el rostro se le endurece. Aunque pase el tiempo sigue sin poder olvidar aquel pequeño cuerpo mutilado tendido sobre el altar.

-Sigo sosteniendo mis sospechas. Su comportamiento frente a algo tan extraño gestándose en sus terrenos es todo menos normal. En fin, por el momento nos limitaremos a sabotear a sus Iluminados. Con algo de suerte podremos obtener a otro prisionero que sepa algo más.

-No entendí esa parte, ¿A qué te refieres, Máximo? –pregunta William de forma indiscreta.

-Me refiero a que dudo mucho que aquel asqueroso Trasgo que tenemos capturado sea importante para aquel a quien llaman Señor, supongo que principalmente por su juventud; dejándonos muy justos al respecto de la información que podemos sacarle. En todo caso, nos será de utilidad porque podrá traducir su feo dialecto a nuestro idioma, en el evento de que la hermosa criatura que capturemos no lo hable muy bien. –contesta el jefe mientras sonríe de su propio chiste.

William y Michael observan a Máximo en silencio y con sorpresa. Tiene todo un esquema elaborado con base en aquella criatura. William no entiende mucho el tema de la corazonada, pero decide guardar silencio. No sé siente cómodo cuestionando de nuevo a alguien que hasta el momento no se ha equivocado en ninguna oportunidad al respecto del camino que siguen y que es el jefe de la expedición. Michael por su parte, tiene más confianza en su hermano; en sus ojos almendrados brilla un poco el fuego de la admiración y los celos. Se repite constantemente que en algún momento él deberá ser igual de brillante para tomar decisiones.


Sangre de Dios: El Imperio. (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora