La noche es fría y despejada; poderosos ventarrones azotan el castillo produciendo sonidos casi tan tangibles como susurros. Astro juguetea con su cola infructuosamente en busca de atención. Michael se encuentra recostado con la mirada fija en el techo. La derrota no le ha sentado nada mal; por el contrario le ha permitido reconocer que aunque su habilidad con el arco es excesiva, con la espada tan solo es sobresaliente. También influyó que Preston le haya contado entre risas la verdad; ya le parecía a él que un soldado raso con tal destacada destreza sería tan exótico como el tigre de su hermano.
<<El camino a la excelencia está lleno de sacrificios. Sin duda, tendré que seguir entrenando>> se repite mentalmente mientras se fija en su mascota y le acaricia con ternura la esponjosa cola.
Mientras se arrulla lentamente intentando sucumbir ante el sueño, observa sobre la mesa de noche el par de libros que su padre le hizo recuperar con tanta prisa en medio del desastre...
-Así que el Gobernador ya mandó a traer mis pocas pertenencias... –susurra tristemente.
Toma uno de los tomos: es frío y pesado al tacto, lo repara lentamente pero no siente deseo de leerlo, por lo menos no de momento. Opta por colocarlo nuevamente en su sitio y obligarse a dormir.
El día siguiente transcurre con parsimonia y sin altibajos. Con las hermanas fuera desde temprano y el Gobernador junto a su esposa atendiendo asuntos oficiales; el castillo hubiera casi completamente solo, de no ser por la presencia de dos ya conocidos invitados ubicados en una pequeña mesa en el jardín.
Michael, contempla con ternura a una chica muy conocida en el castillo, la cual toma con nerviosismo un sorbo de Té.
-¿Segura que no has venido a verme? –pregunta el joven con picardía mientras se lleva a la boca un pequeño pedazo de pastel.
-Ya te he dicho que no, Michael. He venido a esperar al Emisario Preston; mis padres me lo han pedido así que aquí estoy. ¡No todo gira en torno a ti, idiota!
-Lo sé, sé lo obediente y honesta que eres Lilith. De verdad que no dudo ni por un instante de nada de lo que me dices, pequeña. –Contesta Michael tratando de calmarla tomando una de sus manos con delicadeza. Ha decidido comportarse más asertivamente con ella, en busca de que las cosas continúen fluyendo en el sentido emocional.
Lilith al sentir la mano firme y carrasposa del joven se exalta, pero en todo caso no se rehúsa al contacto. -¿Y bien? ¿No tienes nada que contarme, Michael?
-Claro que tengo cosas que contarte. De hecho es un alivio que estés aquí pues así puedo decirte lo que ocurrirá sin más preámbulos... –contesta el joven notablemente entusiasmado pero con una pizca de miedo en su mirada; sobre todo por la cuestión de que tendrá que irse quién sabe por cuánto tiempo, a tierras algo lejanas y sin mucha oportunidad de verse.
-Entonces qué esperas, dímelo. No me gusta la incertidumbre, Michael. –Refuta la joven tajantemente.
-Me iré, Lilith. Me iré con las hijas del Gobernador a una academia militar ubicada en Suromgril. Allí me entrenaré y con suerte tendré asegurado un puesto en la milicia, por lo que el no asistir, ni siquiera es una opción. Lamento decírtelo de esta forma, y que todo sea tan apresurado pero espero que lo puedas entender... –Expone Michael intentando descifrar la expresión extraña que tiene en ese momento la chica.
-Lo sé. Preston me lo ha dicho ayer y realmente no sé cómo debo sentirme. Por un lado estoy feliz porque podrás continuar con tu camino en busca del poder, pero por el otro, supongo que me siento triste. No dejo de pensar en qué te irás y que probablemente con ello me dejarás atrás.
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Sangre de Dios: El Imperio. (Sin editar)
FantasyAcompaña a Maximo y Michael en su oscuro e incierto recorrido; en dónde tendrán que sortear situaciones en las cuales nunca pensaron estar, combatiendo contra lo que parece ser un destino plagado de muerte y destrucción. ¿La verdad sobre sus orígene...