L. A la academia

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El amanecer llega rápido y un par de golpes sordos despiertan a un maltrecho Michael. La cabeza le retumba y le da vueltas mientras que las náuseas lo obligan a tragarse la porquería que quiere salir de su estómago. Se siente confundido e intenta recordar cómo llegó al dormitorio pero es inútil.

Ayer luego del brindis y de alguna conversación inoficiosa durante la finalización de la cena, el Gobernador Richard mandó a los mozos a traer algunos barriles de vino de su reserva personal, la cual prácticamente obligó a todos a beber sin distensión; aunque cabe aclarar que nadie se negó.

Ruan abre la puerta sosteniendo una charola sobre la que reposa un vaso con un olor asqueroso y con una sonrisa se lo ofrece. –Bébelo de golpe, y no te atrevas a vomitarlo. Esto sin duda, te hará sentir mejor.

Michael sonríe y agarra el vaso con firmeza; nota un leve temblor en su cuerpo por lo que redobla la precaución. No desea que aquel líquido mal oliente se derrame y lo haga vomitar. Aplicando toda su fuerza de voluntad y luego de una onda bocanada de aire, se manda el contenido desagradable y viscoso de un solo trago, causando arcadas inmediatamente.

-Sostenlo muchacho, no permitas que escape. ¡En un par de minutos estarás como nuevo!

-Ruan, ¿Qué mierda era eso? Con honestidad es lo peor que he probado en mi vida.

Ruan se limita a reír para luego mencionar: -Está es una bebida preparada con hierbas desintoxicantes. Es muy útil para el tratamiento de la resaca y de algunos venenos, pero eso ya no importa; por ahora ponte algo de ropa y toma tus cosas. A Elena y a Katrin las he despertado antes por lo que no deben tardar en bajar. El carruaje ya los espera y por favor apresúrate; el viaje es largo y lo mejor sería que no pierdan horas de luz.

Michael asiente y observa mientras Ruan sale del cuarto. Las náuseas y el malestar, tal como aquel servicial hombre mencionó, han cesado casi por completo.

El chico se levanta y sacude un poco la ropa que lleva puesta; por extraño que parezca, sus prendas no huelen a sudor ni a vino. Se alivia de esto pues no tendría tiempo suficiente para asearse de ser el caso contrario.

Camina hasta el armario y sin prisa se coloca una chaqueta azul oscuro en cuyos bolsillos reposan una docena de dagas. Recuerda que todas sus pertenencias, tanto las nuevas como las viejas, ya fueron colocadas dentro de la carroza por lo que no tiene que preocuparse por ellas. Se amarra la espada en la cintura y con cuidado deposita los dos libros de su padre en una pequeña bolsa de tela. Justo cuándo se disponía a salir, siente las pequeñas y livianas pisadas de su mascota. –Espero que no estés pensando en que te iba a dejar, amiguito. Recuerda: a dónde vaya, te llevaré conmigo.

La respuesta por parte de Astro no se hace esperar y con un par de lengüetazos manifiesta su encanto. El Joven acariciándole la cabeza y sin más preámbulos, sale inmediatamente después al encuentro de sus compañeras de viaje.

Al llegar a la entrada donde se encuentra esperando la carroza, observa a las hermanas sumergidas en un caluroso abrazo con su madre. El Gobernador por su parte, apartado de la escena, camina hasta el joven y menciona: -Chico, lo que se viene no será fácil para ninguno. Ustedes tres se van y tendrán que lidiar, juntos o separados, con un sin fin de obstáculos que les ofrecerá la academia; y ten por seguro que si los superan, será la mejor forma de que labren su camino. Cómo consejo personal solo tengo para decirte que no olvides cuál es tú objetivo y de que trates de no perderte en el pasaje a conseguirlo. Imprime toda tu disciplina y concentración en la formación que obtendrás y seguro en dos o tres años el Imperio y yo, celebraremos la ascensión de un nuevo general.

Michael asiente y antes de poder responder es interrumpido por un ofrecimiento de una pequeña bolsa por parte del Gobernador. –Toma esto, en su interior encontrarás dinero suficiente para que no pases por ninguna necesidad. Administra sabiamente pues no tendrás nada más por un tiempo, los recursos son escasos y también deberás aprender a manejarlos.

-Gobernador, lo lamento pero no puedo recibir todo eso. –Contesta tajantemente el joven observando el contenido de la bolsa. En su interior relucen una decena de monedas de oro; suficientes para que una familia común viva cómodamente por muchos años.

El hombre hace una pequeña mueca pero no retira la mano. –Tómala de una maldita vez, chico. Prometí que te brindaría todo lo necesario y créeme que esto hace parte de aquella promesa.

El joven avergonzado toma la bolsa y la coloca dentro de uno de los bolsillos interiores. –No sé cómo podré pagar todo lo que has hecho por mí. Supongo que estaré eternamente agradecido contigo y tu familia.

-No te preocupes mocoso, de momento enfócate en hacer las cosas bien y en avanzar. Recuerda que mi ciudad aún tiene que lidiar con el tema de una posible invasión por parte de las bestias y te garantizo que tú haces parte de mis preparaciones para evitarlo.

-Haré todo lo que esté a mi alcance para cumplir con sus expectativas. Solo asegúrate de no caer antes de que regrese. –Fulmina Michael con una sonrisa irónica.

El Gobernador se encoge de brazos y emite una sonrisa melancólica. En su rostro se refleja la duda y la incertidumbre que todo el tema de las batallas venideras le provocan.

En cierto sentido Michael lo entiende. Asume que cargar con la responsabilidad de la supervivencia de una ciudad tan grande como esta en una batalla a gran escala debe ser algo más que agotador.

-Es momento de que se vayan. No pierdan más el tiempo. –Sentencia Elga mientras acompaña a sus hijas hasta la carroza y las obliga a subir. Michael después de un caluroso apretón de manos y de un breve pero formal adiós intercambiado con Elga las imita.

El par de caballos que tirarán de la carroza durante el viaje relinchan luego de ser azotados, dando inicio al trayecto que sus pasajeros esperan surtir sin contratiempos en dirección de la academia; y es que aunque el trío es poderoso y no temen a los enfrentamientos, desean no tener que demostrarlo en ninguna parte del camino. 

Sangre de Dios: El Imperio. (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora