Al interior de la carroza el ánimo es tétrico por algún tiempo. No conversan mucho dentro del primer par de horas y se limitan a observar el basto cielo azul por las ventanas. La situación cambia cuando Astro decidió que viajar sobre Katrin es más cómodo que con su propietario, causando que ahora repose bocarriba sobre el regazo de una de ellas y que por lo tanto se convierta en víctima de un tierno agasajo por duplicado.
Michael por su parte y pese a que el ánimo de las hermanas había mejorado, continúa apático observando el camino. No para de comparar la vía por la que transitan con las que conectaban su ciudad natal con las demás poblaciones del norte. La estructura, el material, el cuidado y el mantenimiento de las vías a las que estaba acostumbrado, jamás podrán compararse a la calidad de la que goza la avenida adoquinada por la que transitan.
Aquél minúsculo y sencillo elemento lo hace sentir qué tal como lo predicaba la gente, el Norte se había convertido en terreno indeseable para la corona; ¡En un completo lastre para todo el Imperio!
Tal sensación lo llena de furia; llevándolo a maldecir su destino y el de todo su pueblo. Y es que sabe que por el simple hecho de haber nacido lo suficientemente al Norte de la civilización, estuvieron condenados bajo la pena eterna de la indiferencia. Un simple desdén por parte de todos los gobernantes a los que les dejaron de importar tan pronto como ya no les fueron más de utilidad.
El joven con esa clase de pensamientos y con la carroza zarandeándose; continúan pasando de largo algunos puestos de control que ni siquiera se molestan en detenerlos. Al parecer el Gobernador Richard había informado de la presencia de su comitiva de antemano por lo que los soldados prefieren no entrometerse y les dan paso sin problema.
- Michael, siempre he querido preguntarte: ¿De dónde sacaste a este animalito tan lindo? Los zorros en casi todo el Imperio son bastante escasos, por lo que entenderás mi inquietud.
-Lo encontré en el Norte. En la primera y última misión de expedición que tuve... –Contesta Michael algo enojado y con una mueca de tristeza.
-¿A qué te refieres? –Interroga Elena con curiosidad. –Digamos que es una larga historia y se las he resumido lo mejor que he podido. –Responde el joven tajantemente.
-Pues, afortunadamente tenemos tiempo. Cuéntanos, así de paso conocemos algo más de tu vida y nos familiarizamos todos.
-De igual forma, les contaré únicamente sobre cómo me topé con Astro... No tengo muchas ganas de hablar del tema por el momento.
-Deberías cambiar esa actitud Michael. Anda y satisface el deseo de estas dos doncellas y cuéntanos lo que queremos saber. –Refuta Elena mordazmente con una sonrisita.
Michael suspira pesadamente y luego de un corto momento de duda interroga: -¿De verdad quieren la versión larga o me enfoco solo en los detalles del encuentro con Astro?
-No sé tú, pero a mí me apetece escuchar toda tú historia... –Contesta Elena observando a su hermana, la cual sin prisa asiente con complicidad.
Luego de un nuevo suspiro y de intentar apaciguar su corazón, el joven emprende el relato. Decide iniciar dando un breve recorrido por la estructura y desarrollo en general de su aldea, de la existencia de un pequeño ejército entrenado mayormente por el fallecido Gobernador Athelbal y por su hermano, Máximo; y de que precisamente aquellos hombres se encargaban de la mayoría de las cuestiones relativas a la seguridad y la vigilancia.
Una vez explicado eso, continuó a comunicarles lo básico al respecto de las tareas que frecuentemente les encargaba Athelbal, haciendo especial hincapié sobre qué principalmente las misiones las cumplía su hermano. Toda clase de tareas de exterminio muy bien pagas, siempre y cuando hubiera pruebas que certificaran la labor.
Katrin algo sorprendida y apenada por interrumpir pregunta: -¿Entonces tú y tu hermano eran una especie de mercenarios al servicio del Gobernador?
-No lo había visto de ese modo, pero supongo que sí. Ninguno de los dos pretendía hacer parte de la milicia pero cumplíamos con todos los trabajos que nos proporcionaba el Gobernador sin importar que tan alta o baja fuera la paga o si terminaría influyendo o no en nuestro futuro. Considero que tal vez todo se trataba de dinero, pues para sujetos como nosotros, aquella forma es la que mejor se nos da para aspirar a conseguir una buena cantidad de dinero.
-Ya veo, lamento interrumpir...
Michael sonríe y reanuda, no sin antes pensar nuevamente en la diferencia sustancial que hay entre las hermanas.
Al cabo de unas cuantas horas y luego de responder algunas preguntas al respecto de pequeños detalles de la expedición y del retorno, por fin logra abarcar toda su historia causando que sienta como su carga disminuye ligeramente.
Las hermanas aún en silencio reflejan en su rostro una mezcla de sentimientos algo confusos para ser descifrados por Michael de momento.
Katrin luego de pensarlo, es la primera en interrumpir el silencio comentando: -No pensé que hubieras pasado por tanto, Michael...
-Ya he visto tu mirada y he escuchado esas palabras. Te pido que no digas una sola más Katrin. No quiero compasión ni simpatía. Lo que sea por lo que haya pasado, es sólo eso, pasado. No voy a permitir que aquel suceso sea utilizado para que la gente me trate diferente. Si les conté fue por qué lo pidieron; no quiero causar lastima ante ustedes dos.
-Nunca fue mi intención hacerte sentir así...
-Como sea, apartándonos de los sentimentalismos, ¿Dónde exactamente está tu hermano? He escuchado lo suficiente acerca de él y debo admitir que me genera algo de intriga. –Cambia el curso de la discusión la mayor de ellas.
-Para serte honesto, no tengo ni la menor idea. Una noche, cuando veníamos de camino a Goldencity junto a William y los pocos sobrevivientes, desapareció dejando grabado sobre un tronco un corto "Te protegeré, hermano" como único rastro. Y aunque su marcha fue bastante inesperada y nos sorprendió bastante, ninguno de los dos decidió salir a buscarlo.
-Pero, ¿Por qué? ¿No sé te cruzó por la cabeza que le haya sucedido algo esa noche? –cuestiona Katrin aún algo nerviosa por la forma en la que fue interrumpida previamente por el chico.
Michael emite una pequeña risa y le dedica una mirada taciturna; y comenta a continuación: -Dudo mucho que haya algo en el Norte que pueda llegar a amenazar a aquel pedazo de imbécil. Tan solo tienes que basarte en el relato que te conté anteriormente: peleamos contra un Iluminado, un guerrero cinco estrellas y una criatura emergida de la tierra y a todas sobrevivimos sin muchos daños. Eso sin mencionar a todas las demás criaturas que ha cazado durante su vida y que lo han convertido en un guerrero increíble.
- Un sujeto muy interesante... Es una lástima que se hayan separado. –Comenta Elena con sinceridad.
-Sí, es una lástima. Aunque no me preocupa mucho, puesto que espero que en algún momento del futuro nos volvamos a encontrar... –Responde el joven apaciblemente –Por cierto, ¿A cuántos días estamos de Suromgril?
-¿Hemos estado viajando todo el día y hasta ahora lo preguntas? –Espeta Elena con cinismo.
-El viaje tardará un par de días más, Michael. Supongo que antes de que anochezca, ya habremos llegado a un pueblo donde nos quedaremos para evitar la entrada a la capital y así ahorrar unos cuantos días. En otra ocasión con más tiempo ingresaremos a la capital y te mostraremos cientos de cosas que hay dentro de sus murallas. Quedarás sorprendido con todo. –Comenta Katrin emocionada con la idea de mostrarle algo nuevo.
-Eres muy amable; lo esperaré con ansias, Katrin. –Responde el chico intentando trasmitir algo de una emoción que no siente y tratando de corregir la forma tan maleducada en la que le contesto anteriormente.
Lo anterior, da por terminada la conversación y abre paso a un incómodo silencio que perdura hasta su llegada al pequeño pueblo donde pasarán la noche sin muchos contratiempos.
ESTÁS LEYENDO
Sangre de Dios: El Imperio. (Sin editar)
FantasiAcompaña a Maximo y Michael en su oscuro e incierto recorrido; en dónde tendrán que sortear situaciones en las cuales nunca pensaron estar, combatiendo contra lo que parece ser un destino plagado de muerte y destrucción. ¿La verdad sobre sus orígene...