La puerta se hace más grande conforme se aproximan a ella. No emite un rasgo distintivo más allá de su tamaño y de que se abrió por si sola.
Una vez terminó de hacerlo, el trío pudo contemplar lo que se ocultaba en su interior: un pasillo alargado y espacioso. Su aspecto no es extraño ni memorable, se limita a una construcción de concreto donde la entrada es amplia y la salida es un poco angosta.
Dos bancos de madera se adhieren a las paredes laterales de la estructura; y permiten que una buena cantidad de adolescentes, con mala cara, descansen sentados en lo que un anciano con una libreta permanece de píe.
La postura torcida y encorvada del hombre longevo no indica nada sobre su personalidad, lo que produce que aquellos más diestros en el arte de la adulación se sientan incomodos. El único cabello que conserva es el de las cejas; causando que sus ojos sean cálidos y su mirada amistosa.
Nada en aquel viejo es trascendental. Sus demás rasgos son ordinarios, sin que por ello sea del todo desagradable.
Las hermanas se inclinan respetuosamente dejando que Michael camine solo y que coloque un píe sobre el pasillo. La multitud se le queda mirando con reacciones diversas, unos sienten asombro, otros sienten enojo; y todo por la ausencia de reverencia. O al menos eso piensa él. – Gran Maestre Fred, hemos llegado. –Espeta Elena con el zorro entre las manos.
– No entiendo por qué han tardado tanto –comenta el anciano que no levanta la mirada de la libreta y mueve con habilidad una pluma–, todos estos críos empezaban a molestarse por tener que esperar aquí; por lo que me han salvado de tener que lidiar con ellos. No duden en recibir mi gratitud y la de todos los presentes...
– No nos atreveríamos a aceptarla, Gran Maestre. –contesta Katrin con la mirada clavada al suelo.
– Ambas pueden parar con eso –les comenta el anciano con una sonrisa–, el respeto excesivo puede ser grosero, mucho más cuando se tiene una buena relación preexistente.
>> Por cierto, ¿Cómo está su padre? He oído rumores de que Richard Foch está en busca de refuerzos para su ciudad.
– Él se encuentra muy bien –responde Elena ubicándose al lado de Michael–; y temo decir que los rumores que has oído son ciertos.
– Ya veo –canta el anciano–, espero que puedan contarme los detalles en alguna oportunidad... Quien sabe, Goldencity podría ser el sitio perfecto para un trabajo de campo.
Elena y Katrin fuerzan una sonrisa antes de manifestar su aprobación. Les desagrada la idea de que la seguridad de su ciudad sea tomada como un simple trabajo de campo, pero prefieren guardar silencio.
>> Ya que todo está dicho, me gustaría saber el nombre de este jovencito. A este grupo solo le hacía falta una persona para iniciar la prueba; y por fortuna, es el elegido.
– ¿De qué prueba estás hablando, Gran Maestre? –Aventura Elena–, ¿Acaso mi padre no te informó que enviaría a una persona más en representación de Goldencity?
Fred sonríe y con tacto se acerca hacia Michael ignorando por completo a la chica. – Estimada, no pretendo ser grosero pero, tú padre no podría enviar a nadie sin que nosotros lo contactemos primero. –Expresa enfocado en el rostro de Michael.
El chico no sabe qué hacer y permanece allí sosteniéndole la mirada. Siente que Fred lo analiza y que utiliza esos amables ojos para medir su potencial o escudriñar alguno de sus secretos.
>> Este año hemos ampliado nuestro reclutamiento, por lo que le hemos dicho a el ilustre Gobernador Richard, así como a muchos otros, que envíen a una o dos personas de sus territorios que consideren dignas de estar aquí. –culmina estirando su mano y dejándola enfrente de Michael en busca de un apretón.
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Sangre de Dios: El Imperio. (Sin editar)
FantasíaAcompaña a Maximo y Michael en su oscuro e incierto recorrido; en dónde tendrán que sortear situaciones en las cuales nunca pensaron estar, combatiendo contra lo que parece ser un destino plagado de muerte y destrucción. ¿La verdad sobre sus orígene...