LXI. Camino a la desgracia (parte 2)

17 9 3
                                    

Magnus luego de escuchar que Mahar Se se refería a ella como hembra sacudió su cola lentamente y emitió un leve ronroneo.

Mahar Se delicadamente se acercó a la tigresa y con cautela estiró su mano para acariciarla. - Eres un espécimen único. Me aseguraré de estudiarte y de completar la obra de Maestro. No volveré a atacarte criatura, lo prometo.

Máximo observa la escena en silencio. - ¿Estás seguro de que es una hembra Mahar? No comprendo cómo puedes llegar a afirmar tal cosa si aún no lo has observado lo suficiente.

-Máx, llámame Se. Mahar es el término que utilizamos los Aghri para referirnos a un caminante sin comunidad; y sí, estoy completamente convencido. Aunque fue poco lo que pudo enseñarme Maestro sobre animales divinos debido al hecho de que en el desierto solo contamos con bestias sanguinarias, la anatomía natural fue un tema que repasamos en varias oportunidades. Tu espécimen es una hembra sin ninguna duda, por el tamaño de su cabeza y por la forma de su órgano reproductor. Además está el asunto de que te persigue y reconoce tus comandos, algo que un tigre macho solo haría en sus primeros días de nacido.

- Pero es que él tiene pocos días de nacido -repone Máximo confundido. -O bueno ella -complementa inmediatamente al observar la expresión de la tigresa.

- Supongo que esa expresión te ha dado una explicación más sencilla que mis palabras -comenta Mahar Se entre risas.

Máximo todavía sorprendido se posiciona justo al lado de la tigresa y la acaricia con ternura. - Macho o hembra no cambia el hecho de que estamos vinculados. Quizás deberías habérmelo hecho notar con anterioridad.

La tigresa regresa a su ronronear y su expresión se suaviza. - ¿Qué te parece si elegimos un nuevo nombre para ti? - Comenta con agrado. - ¿Qué tal te parece Samyra?

La cola de la tigresa deja de moverse y lo observa con atención. - No, ese nombre no te queda. ¿Qué te parece Blu? Agradable, sencillo, único, tal como tú.

La tigresa bufa y expande sus alas con arrogancia. - Entonces está decidido -sentencia el joven -te llamarás Blu de ahora en adelante. Espero que el hecho de llamarte con otro nombre no te confunda.

- No creo que la llegues a confundir -intercede Se -aunque es solo una hipótesis y aún está pendiente de ser confirmada, considero que Blu tiene la capacidad de entender nuestro lenguaje. Un hecho notorio pero no del todo extraño si analizamos su naturaleza intrínseca. El tigre siempre ha sido un animal inteligente; y ella que es un tigre tocada por la divinidad debería serlo aun más.

- La verdad, desde hace un tiempo he venido pensando lo mismo, pero he permitido que el tema siga de largo al atribuirlo únicamente a mis deseos de que me entendiera. -Comenta el joven con una mano en la barbilla. -Bueno, no se puede evitar, ciertamente es única en todos los aspectos. -Finaliza acariciando las alas de Blu que se mantuvieron extendidas hasta ese momento.

>> Se, ahora que lo recuerdo, ¿Es cierto que no manejas armas como los demás de tú pueblo?

-y ¿Por qué habría de decirte cosas incorrectas? Recurrir a la violencia degrada el espíritu racional que tenemos; y más aun si para ello utilizamos cosas que magnifican nuestra capacidad para hacer daño.

- Supongo que debo respetar tu postura. Solo añadiré, sin la finalidad de ofenderte, que en este asqueroso sitio en el que vivimos, aprender a utilizar armas se convierte en la diferencia entre vivir o morir.

La expresión de Mahar Se se endurece. -Sigo vivo sin la necesidad de derramar sangre; y deseo no tener que derramarla nunca.

Máximo asiente y permanece en silencio frente a tan férrea resolución. Se, por su parte, sin percatarse de la mirada que sobre él reposa, se ubica con cuidado cerca de Blu y con devoción la contempla sin emitir una sola palabra un par de veces.

Sangre de Dios: El Imperio. (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora