LXIV. La Desgracia.

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- No volveré a repetirlo, Klim. No vendrás conmigo. No tengo mucho más que enseñarte. -Sentencia Máximo remarcando su postura con el movimiento de las manos.

- Sí que tengo cosas por aprender y estoy seguro de que tú eres él que mejor puede ilustrarme. ¿O planeas que crea que esto es lo único que puedes ofrecer? Te he visto realizar algunos katas cuando piensas que todos estamos dormidos y para ser honesto he quedado anonadado. No es de extrañar que en todo este tiempo no haya conseguido hacer que te pongas nervioso ni una sola vez.

- Para empezar no creas que no me he dado cuenta de que me espiabas cuando practicaba. Simplemente lo dejé pasar. Y aunque ya lo sabes no hay nada de malo en que te lo repita: la espada y la lanza...

- ¡Solo comparten similitud en sus primeros pasos! ­- interrumpe Klim torciendo los ojos. - Máximo te lo ruego. Déjame acompañarte por un poco más de tiempo. Bien sabes que no estoy ni remotamente cerca de dominar los elementos esenciales y jamás lo haré si me dejas sin más.

- Si me lo preguntas a mí, deberías permitir que viaje con nosotros. - Comenta Mahar Se quien sostiene el paso de la carreta con mucha facilidad.

- Por suerte, nadie te está preguntando... -responde el joven momentos antes de emitir un poderoso suspiro y cerrar firmemente los ojos.

- Deberías dejar que te pertenezca. Algo en su apariencia me recuerda al otro que dejamos hace un tiempo. Ahora que lo pienso él me agradaba bastante. Había algo en su energía que hacía que me sintiera cómoda a su alrededor. -Interviene Blu sin levantar la cabeza de su regazo.

- No quiero tener que cuidar de nadie más Blu... -contesta sin abrir los ojos. -Además, ¿De dónde sacas el tema de que seré su dueño? En este momento no soy dueño de nada, mucho menos de una persona.

- Espera, ¿Me dices que todos los que te han rodeado no te pertenecen? Entonces, ¿Por qué hacen lo que tú les indicas? ¿Yo no te pertenezco? Estoy confundida. -Repone la tigresa abriendo sus ojos y centrándose en el rostro de Máximo.

- Es muy pronto para que entiendas los conceptos de propiedad y subordinación. Ya te lo explicaré en su momento. Por ahora, permíteme lidiar con Klim.

- Te esperaré entonces.

<<Un problema a la vez>> piensa el joven repitiendo el suspiro y exponiendo un pequeño gesto de insatisfacción.

- ¿Por qué deseas tanto aprender a usar la lanza, Klim? La vida de un granjero con su propia tierra es una vida bastante buena. -Comenta el joven con desinterés.

- Porque de esa forma podré enlistarme por mi padre en caso de que este asqueroso Imperio lo requiera. Él podrá quedarse en casa trabajando junto a Tita y la abuela, y yo, podré ir sin morir en el intento.

Máximo cavila por unos instantes antes de responder. El viaje junto a Mahar y Klim no ha sido del todo desagradable; y reconoce que su compañía a lo largo del camino de regreso ha conseguido disminuir la zozobra que le producen sus continuas noches de pesadillas.

- Me agradas, Klim. Por eso seré franco contigo ­-comenta el joven con seriedad-. La razón principal por la cual me rehúso a llevarte conmigo se debe a que no quiero hacerme cargo de otra persona... Suficiente tengo con el sucio Aghri con el que me comprometí a viajar. -Complementa con suavidad.

- No seré una carga, Máx. Te ayudaré a conseguir comida y me ocuparé de mis propios asuntos. Solo enséñame todo lo que pueda aprender. -replica Klim a toda prisa.

- ¡Ahg por Otis! Irás conmigo solo si tu padre lo permite. La duración también la decidirá él y no me inmiscuiré en su decisión. -Replica el joven refunfuñando.

Sangre de Dios: El Imperio. (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora