XXXI. Emboscada

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Cuando Máximo al fin alcanza la entrada se percata de lo mucho que había descendido. El cachorro no se inmuta y emite de vez en cuando un pequeño ronroneo, el cual indica que continúa descansando pese al constante movimiento causado por la caminata sobre la poco uniforme ladera.

Michael quien ya había escuchado a Máximo aproximarse, lo espera pacientemente sobre una pequeña roca. Astro, quien se encuentra recostado junto a las piernas de su amo, se levanta con mucha vivacidad y empieza a olfatear en dirección del fatigado Máximo. Se encuentra muy interesado por la pequeña criatura que trae en sus brazos y se lo hace notar.

El Tigre, al sentir la trompa olfatéante de Astro abre sus ojos con mucha lentitud y lo observa por un momento antes de caer nuevamente dormido. Astro decepcionado regresa a las piernas de Michael, el cual contempla extrañado a Máximo.

Antes de que Michael pueda preguntarle al respecto sobre cualquier cosa de su comportamiento, Máximo empieza a contarle con lujo de detalles lo que aconteció. Al terminar Michael guarda silencio, contempla a la adorable criatura que se aferra a Máximo como un niño a su madre. -¿Qué haremos con él pequeño, Máx? Ahora es un cachorro por lo que podremos ocultarlo y no representa ningún problema, pero a medida que crezca tendremos que dar explicaciones a los funcionarios del Imperio sobre dónde y cómo conseguimos la criatura; y si a eso le sumamos el hecho de que cuando crezca puede terminar siendo potencialmente mortífero para una ciudad entera, no se me haría extraño que nos lo arrebaten.

-No lo permitiré Michael, como ya te lo dije, siento una extraña conexión con la criatura; un lazo que me indica, a lo sumo, que me obedecerá conforme vaya creciendo... algo se me ocurrirá, seguro que tendré que ocupar un puesto muy elevado dentro de la armada para que se me permita hacerme responsable de él. Lo suficiente como para que nadie a parte de la familia Imperial se atreva a intentarlo.

-bueno, en eso tienes razón Máx. No creo que para la familia Imperial se convierta en un problema el tener a un general o un teniente con un raro animal divino. Supongo que es divino por qué nunca lo he visto en ningún registro, eso y sus cualidades que lo apartan por mucho de un tigre normal. –Lo anterior lo menciona el chico mientras toma una pequeña ala del tigre y la acaricia con ternura.

Máximo reflexiona y sale de la gruta, observa el cadáver imponente del Tigre Alado. Con cuidado le pasa la cría a Michael para que la sostenga. Michael la toma y observa por primera vez una muestra de inquietud en el cachorro, no quiere apartarse de Máximo y es notable.

- ¿Qué harás Máx? –Interviene acariciando el lomo de la criatura para tranquilizarla.

-Tengo una idea Michael. ¿Viste como la piel del tigre soportó oleada tras oleada de lanzas y jabalinas sin recibir un solo corte? Si tan solo pudiéramos desprenderla de su cadáver, podríamos confeccionar dos armaduras casi en su totalidad para ambos. Seguro que estarían entre los objetos más codiciados del Imperio.

Michael asiente y le pasa el cuchillo más afilado que tiene, fabricado en puro hierro por su padre, Beltran. El cuchillo es lo suficientemente afilado como para abrir un tajo profundo en cualquier cosa solo con el roce.

Máximo se acerca y clava el cuchillo en la herida producida por la lanza arrojada por el Troll. Entiende que no cuenta con el poder suficiente para penetrar por sí mismo en la piel de tan hermoso animal, por lo que utiliza la herida previa.

Después de algunas horas de trabajo y de poner la piel sobre una pequeña fogata que inició Michael, el Tigre regresa a los brazos de Máximo y retorna a su sueño profundo. La sensación de pérdida de energía aflora nuevamente en los brazos del joven pero no le incomoda. Michael y Astro cazaron un pequeño conejo acorazado que les brinda la cena para esa noche.

Sangre de Dios: El Imperio. (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora