Sangre de Dios: El Imperio. (Sin editar)

IX. Los Padres de Vanessa.

La pareja regresa al área sujetados de la mano y actuando con normalidad. Máximo no se opuso a la idea de salir con Vanessa y sinceramente no concibió que rechazarla fuera una opción. Profesa certeza en el gusto que le tiene.

Por el momento, ambos acordaron de buena gana que permitirían que las cosas fluyan de la manera en la que tenga que fluir; con la única condición de que haya exclusividad.

La fiesta se torna aburrida y prosigue durante un buen rato con sobriedad. Nadie quiere llamar la atención después de lo ocurrido con Joy.

Ningún miembro del círculo íntimo de Máximo y Vanessa se asombró tras oír la noticia de su relación. Nadie esperaba otra cosa desde hace un buen tiempo.

Luego de que los miembros de dicho grupo por fin terminaran de atender todos los compromisos sociales a los que están sometidos por sus propias condiciones, encontraron una mesa en donde se asentaron todos.

— Más te vale decírselo a tu padre lo más rápido posible. —Comenta Arthur entre risas en dirección a Vanessa—. No me cabe ninguna duda al respecto de que el señor Ridwal perderá la cabeza cuando se entere de que sales con Máx.

— Mi papá no tiene por qué interferir en mi relación. —Responde la joven de forma huraña. La frente se le arruga y sus ojos amarillos se ensombrecen otorgándole un toque feroz a sus palabras—. De hecho, nadie tiene capacidad para hacerlo; lo he decidido y así se quedará.

Arthur ríe con más ganas ignorando por completo la forma amenazante de su amiga. El licor ha empezado a hacerle efecto y parece convencido de que Ridwal no estará contento con la situación.

— Sin ofender Máx pero dadas tus circunstancias... —Se detiene y no concluye lo que estaba por decir al advertir las caras de todos en la mesa. Se apena cuando piensa en lo que pretendía hacer: menospreciar abiertamente a su amigo comparándolo con la familia acaudalada con la que Vanessa rechazó el compromiso.

Todos se quedan en silencio haciendo esfuerzos por disimular la incomodidad. Su amistad ha perdurado durante tantos años de forma estable debido únicamente a que como grupo, nunca se han humillado o comparado en aspectos como quien tiene más o quien tiene menos; y eso aplica de forma especial para Máximo, quien solo es bueno para las batallas y la estrategia.

— Mi padre se encuentra en la capital por lo que el asunto tendrá que esperar. —Aventura Vanessa—. Tiene problemas con el pago del alquiler de uno de sus sitios, lo cual, para tristeza mía y de mi madre, le ha hecho permanecer fuera por un largo periodo de tiempo.

>> Y para finalizar con el tema, estoy segura de que no será un inconveniente. Cómo ya he dicho, la decisión es mía y de nadie más. Además, como todos ya saben, mi madre lo adora.

— Una cosa es adorar a alguien que protege a tu hija cuando salen a jugar; otra diferente es que se involucren sentimentalmente sin importarles nada más. —Menciona Vans en tono insidioso obviando el ambiente sombrío. Él parece divertirse genuinamente con la tormenta que se les aproxima.

— Cuando se presente la oportunidad iré a hablar personalmente con ambos. —Contesta de mala gana Máximo sujetando con firmeza una copa con vino—. Y la verdad, deberían preocuparse más por ustedes dos que por mí. —Culmina mirándolos fijamente y pretendiendo que todo lo que le han dicho lo ha ofendido. Ambos cambian de cara y se ponen algo nerviosos.

>> Es broma, chicos. —Les dice luego de relajar su expresión—. Sé que no pretendías ofenderme, Arthur. Solo estás obedeciendo tu patrón de conducta al preocuparte mucho por las cosas,

— No es nada nuevo...—añade Lissandra.

— Y sé que tú —complementa el joven apuntando a Vans—, sigues enojado. Déjalo atrás, no volverá a pasar.