– Estoy cansado de viajar. Paremos aquí para mañana continuar. –Sentencia Máximo observando con perspicacia toda la zona que lo rodea. Buen sitio para pasar la noche. De los más seguros que han encontrado hasta el momento.
Klim lo mira de reojo y aunque quiere negarse, no encuentra razón para hacerlo. Unos cuantos árboles frondosos a un lado de la carretera y una recta bien marcada les otorgan un panorama resplandeciente para ocultarse y pasar la noche sin mayores contratiempos.
La carreta se detiene y klim con diligencia desciende de ella para atender el caballo. Su acompañante hace lo propio y acaricia con soltura la cabeza de su tigre mientras se dispone a entrenar con entereza junto a su amiga olvidada.
Balancea el instrumento para que la sensación de familiaridad regrese a sus músculos. <<Será mejor que dejes de rehuir de mí muchacha. Tú más que nadie deberías entender por todo lo que he pasado. No te abandoné, sólo necesitaba algo de tiempo>> pensó Máximo sin detenerse.
Klim en silencio se aparta un poco del sitio e intenta repetir los katas que ejecuta tan magistralmente su acompañante con la espada, con su lanza. Su cuerpo cede y sus músculos gritan. Su instrumento se balancea sin forma ni ritmo y pronto golpea el suelo cuando se le escapa.
– Podrías intentarlo toda la vida y jamás lo conseguirías; o al menos no de esa manera. Si la obstinación te lo permite, no me molestaría enseñarte un poco.
Klim en silencio aprieta fuertemente la lanza. –Será mejor que tus lecciones sean buenas o no dudaré en atacarte –responde luego de pensarlo un poco con una pequeña sonrisa desafiante.
– Ten la completa seguridad de que te ganaría aun sin usar ninguna clase de arma. Afortunadamente para ti estoy de humor para enseñarte en vez de demostrártelo; en fin, concentrémonos en lo que nos importa. -Responde Máximo caminando hacia un claro justo bajo un enorme árbol. El sol empieza a fenecer por lo que la lección será breve.
Klim se limita a seguirlo hasta el claro para ubicarse en frente de él. – Y bien, ¿por dónde empezamos? Como sabrás, mi padre me ha enseñado un poco por lo que podrías saltarte todo el tema de la introducción e ir directo al grano. Dudo que alguien que emplea la espada pueda enseñarme algo, pero no me hará ningún mal escucharte.
– Los fundamentos de la espada y la lanza son bastante similares –responde Máximo enfundando sin prisa su espada – ¿Entonces puedo asumir que tu padre te habló de qué el arma es la extensión de tu cuerpo y qué en consecuencia jamás puedes perderle mientras peleas?
– ¿Y de qué más podría hablarme? Todas sus lecciones, sin importar las veces que lo haya dicho, empezaban de la misma manera. ¡Por el nombre de Otis si lo escucho una vez más vomitaré!
Máximo sonríe. –Entonces vamos a ver lo que puedes hacer. Atácame sin temor y no olvides conservar tu lanza.
El resultado fue predecible. Klim sin titubear embistió apuntando directamente al centro del cuerpo de su instructor para momentos después encontrarse tumbado en el piso sin la lanza entre sus manos. –Vamos a hacerlo de nuevo. –Comenta el joven después de sacudirse un poco el polvo de la ropa.
Luego de perder en repetidas ocasiones mientras el sol moría, Klim le solicitó a Máximo que continuara entrenándolo mientras regresaban a su casa. Este no se negó y por lo tanto, desde ese día el discípulo decidió soportar con rigurosidad todas las sesiones que le preparaba su guía. Sin duda, seguía cayendo y mordiendo el polvo, pero pronto empezó a no soltar su lanza cuando lo hacía.
<<El chico no muestra mucho progreso>> pensó Máximo observando al joven entrenar. –Inútil, deberíamos movernos. Estamos retrasados y no creo que al amigo de tu padre le haga mucha gracia esperarnos más.
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Sangre de Dios: El Imperio. (Sin editar)
FantasíaAcompaña a Maximo y Michael en su oscuro e incierto recorrido; en dónde tendrán que sortear situaciones en las cuales nunca pensaron estar, combatiendo contra lo que parece ser un destino plagado de muerte y destrucción. ¿La verdad sobre sus orígene...