—¿Christopher? —pregunta la madre de Alisa al verme salir.
Me detengo terminando de cerrar mi saco de vestir.
—Señora Williams. —Me mira reprobatoriamente por los formalismos, una acción que siempre he empleado y ella reprueba, pero ahora no cambiará.
—Leila, Christopher, solo Leila. —La miro igual, sin expresión alguna. —¿Te quedas a cenar?
¿Qué pretende? ¿Socializar como si fuese el novio de su hija?
Es mi sumisa. Un título sin importancia en mi vida pública, simplemente un cuerpo con el cual me desahogo y su hija lo sabe. Está consciente que esto no prosperará más allá del dolor y placer que le proporciono, aunque por segundos lo olvide, como ahora que quedó llorando por pedir más, algo que le he repetido hasta el cansancio no obtendrá, pero su madre la incentiva a buscar una relación más afectiva que nunca podrá ser.
—No, debo volver a casa. Fue un gusto volver a verla, señora Williams. —Camino en dirección a la puerta con la intención de salir, pero las cortas palabras que pronuncian me dejan confundido:
—Nos volveremos a ver muy pronto y seguido. —Giro para verla, pero ella camina en dirección a la cocina con una auténtica sonrisa y tarareando las notas de una melodía que desconozco.
¿Seguido?
Siempre he pensado que esa mujer es extraña. ¿Quién en su sano juicio induce en el mundo del BDSM a su hija de dieciséis años?
No puedo imaginar a papá aprobando o insistiendo en que sea un dominante. Soy consciente que este es un estilo de vida peculiar y en muchos causa repulsión, pero para mí es vida, la adrenalina que te proporciona, el placer, esa mezcla de dolor durante el éxtasis de un orgasmo es alucinante, sirve para liberar mi mente, me llena de tantas maneras inexplicables. Solo aquel que entra en este rol puede comprender que tan placentero resulta, aunque el mundo lo condene.
El vuelo de regreso a casa es agotador por lo intenso que resulta pensar en la situación de Isis. Siento un deje de egoísmo en mi sentir al desea que se quede por siempre ahí, accesible a mí en aquel lugar, sonriendo y recibiéndome con abrazos al llegar. Ella es la única que me hace sentir que haber sido tocado es pasado, solo ella me llena de una paz interior que no sé de dónde sale y alejarla, imaginarla lejos es inquietante, vuelvo a sentir ese algo que se ha mantenido dormido dentro de mí y me obliga a alejarme de todas las personas allegadas a mí.
El resto de la semana pasa sin novedad, obviando la insistencia de Ava y Phoebe por preparar mi fiesta de cumpleaños junto con la de Ted y Anais. No me quedó de otra que aceptar. Si hay algo que no puedes hacer es decirle "No" a las mujeres Grey. Los pucheros de Phoebe y los ojos de cordero de Ava son contundentes para hacerte flaquear por completo. Pobre Damon, ahora entiendo porqué está como idiota con mi hermana.
Aunque hace unos días atrás los vi discutir por la renovada Jackie.
Sí, renovada.
Sé fue por semanas a Alemania y volvió con un estilo de modelo de playboy sorprendiendo a todos.
La chica fue muy, para mi gusto, efusiva en saludar a Damon a su llegada de un viaje de negocios en Londres. No sé qué estará pasando por esa cabeza, pero si algo tenemos claro Ted y yo es que no permitiremos que la amiga de mamá rompa la relación de nuestros hermanos. Ambos han luchado mucho para estar juntos, son padre de dos hermosos mellizos que nos tiene a todos cogidos por las bolas y lo menos que queremos es que esa familia que han formado y por la cual se le ve emocionado a Damon y extasiada a Phoebe, se derrumba por su intervención.
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Christopher Grey #5 (Saga sombras, Grey)
FanfictionTercer libro de los hermanos Grey en La Sombra de mi Ángel.