Observo el pasar de las hojas por el amplio campo verde que dispone el colegio. Mi mente está en blanco, ignorando la brisa fría que podría helar mis huesos, alborotando los mechones de mi cabello que me impide en algunos momentos la visión.
Es lo mismo que hago todos los días para evitar pensar en mi asquerosa vida.
—Miren a quien tenemos aquí. —Mi cuerpo se tensa anticipadamente.
No otra vez, por favor.
No hoy.
—El bastardo Lincoln —susurra otro del grupo de Drake, el primero que habló, y quien lidera el grupo que atemoriza a todo el colegio y por lo visto ha visto en mí a su juguete personal.
Los ignoro. Es lo mejor que intento hacer cuando la ira busca salir, hacerse notar y todo termina mal.
—¿Me estás ignorando bastardo? —Aprieto los dientes por esa maldita palabra.
Es tan común escucharla de Ellen y Aimé, pero no deja de doler, mucho.
La ofensa me llena de preguntas sin respuestas:
¿Dónde están mis padres?
¿Por qué me abandonaron?
Siento un golpe en la parte baja de la cabeza que me obliga a abrir los ojos de golpe y ponerme de pie rápidamente tomándolos por sorpresa.
Miro al grupo de cinco fijamente. El calor incesante de la ira se esparce por mi cuerpo como la sangre.
—¿Qué quieren? —Los encaro.
Miro a Drake, el más grande de ellos, inclusive más grande y robusto que yo. A pesar que todos afirman que mi tamaño no es propio de un niño de diez años, él me supera por mucho. ¿Cómo no? Son cuatro grados superiores. Su tamaño y contextura física no es algo que me intimide.
Se acerca peligrosamente, busca intimidarme, pero no hay nadie más que mi madre y hermanas que logre aquello en mí.
—En esta escuela no son bien recibido los bastardos, pero parece que buscas retarnos. —Su desagradable aliento golpea mi rostro por lo cerca que se encuentra.
—¿Quién me lo va a impedir? —Lo miro directamente a los ojos. A pesar de mi valentía, el miedo está ahí, es quien me obliga a mantenerme en pie, a impedir que ellos puedan dejar ver cuánto me afectan.
Miento.
Son las palabras de mamá. La forma en que me obliga a prescindir del miedo.
—La valentía no es el amuleto de los bastardos. —Drake ríe.
—Ser un golpeador y abusador si son los defectos de los cobardes. —Borra la sonrisa de golpe antes de enviar el primer golpe que impacta en mi rostro, pero me recompongo y se lo devuelvo el doble.
Los gritos no se hacen esperar. Sus amigos alentándolos, otros de mujeres que no se de donde provienen. Toda la ira que alberga mi alma busca liberarse y lo hago golpeando su rostro una y otra vez.
El desprecio de quien dice ser mi madre, los gritos y burlas de Ellen, las ofensas de Aimé, los golpes, las humillaciones, los actos que me obligan a hacer y me repugnan, se cuelan una y otra vez en mi cabeza, son ese maldito detonante para que incremente las fuerzas de mis golpes que no cesan hasta que una mano me toma por la cintura y me separa.
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Christopher Grey #5 (Saga sombras, Grey)
FanfictionTercer libro de los hermanos Grey en La Sombra de mi Ángel.