Lo observo fijamente, recuperándome del shock que dejaron sus palabras.
—¿Fue Elena quien te inició? —pregunta en el mismo tono, con esa postura tan conocida. No respondo, no encuentro como hablar de este tema con mi padre, mucho menos asimilar que él, exclusivamente el hombre que veo como un verdadero héroe, termina siendo lo mismo que yo.
—Papá... —me detiene levantando su mano.
—No quiero evasivas, mucho menos mentiras. Las detesto y lo sabes.
Trago saliva con dificultad. Inhalo profundo para calmar a mi desbocado corazón y centrar mi mente en lo que sucede. Necesito ser cauteloso, papá suele percibir detalles, parece conocer todo lo que piensas con solo mirarte a los ojos como lo hace en este momento.
¿Qué puedo decirle?
Negarlo sería escuchar desde el inicio su reprimenda sobre las mentiras, evadirlo sería dejar en blanco cada una de las preguntas que han surgido a raíz de su confesión, y guardar silencio sería lo peor, la duda me mantendría en vilo.
Asiento con cautela.
No se mueve, no hace absolutamente nada, solo mirarme como si fuera una estatua.
—¿Eres... un dominante? —pregunto en medio de mis nervios.
Arquea una ceja.
¡Solo arquea una puta ceja!
¿Cómo mierda puede mantenerse imperturbable?
—Lo fui —musita como si nada. Se pone de pie acomodando su saco. Seguramente saldría, ya que mamá estaba igual, vestida para salir—. Ven, tenemos mucho de qué hablar.
Toma asiento en el sofá del abuelo y me indica sentarme al frente de él. En ese sofá de cuero que siento es una maldición, ya que es ahí dan todas las malas noticias.
—¿Qué quieres decir con que lo fuiste? —le pregunto cauteloso—. ¿Mamá era tu sumisa?
Solo cuando las palabras salen, me arrepiento por dos razones.
Una, es por mi jodida mente que me lleva a una desagradable recreación de mi madre en una habitación roja. La otra, por la mirada fulminante, una que nunca vi en papá, hacía mí.
—Jamás vuelvas a decir, insinuar, siquiera pensar, en tu madre como aquello —espeta enojado, aunque no lo aparente. Su tono de voz es sutilmente fuerte. Deja una clara amenaza que estoy seguro traería repercusiones. Si hay algo que identifica a Christian Grey, es su manera peculiar de hacer cumplir sus amenazas—. Anastasia es mucho para ese mundo. —Lleva su mirada al inmenso ventanal que deja una vista muy clara del lago, la otra extensión de la propiedad y parte del jardín. —Ella fue... la vía de escape para todas las malditas sombras que me llevaron a volcar mis emociones en ese oscuro mundo de dolor y aislamiento social. —Vuelve la mirada hacia mí. —Tu madre me sacó de esa oscuridad. No fue fácil, Christopher...
—No entiendo... ¿cómo llegaste a esto? —pregunto yendo al centro de todo.
El gris de sus ojos se torna más oscuro y por un segundo me parece ver que sus pupilas se agrandan.
—La misma mujer que te introdujo en esto, Christopher. La misma mujer que secuestró a tu madre y la hizo pasar por muerta por tantos años. La misma mujer que te alejó de nosotros por la misma cantidad de tiempo y ahora sé, que te dañó, hizo de ti lo mismo que hizo conmigo —espeta con amargura, odio, más yo me tenso por la forma en que emite esa parte de mi vida, con tanto odio.
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Christopher Grey #5 (Saga sombras, Grey)
FanfictionTercer libro de los hermanos Grey en La Sombra de mi Ángel.