—¿Nerviosa? —Ted deja caer su pregunta después de unos largos minutos de silencio que han permitido a Isis caer rendida en un sueño profundo.
El plan era volver a Seattle en el helicóptero de Ted, pero una repentina llovizna lo impidió de camino al helipuerto donde despegaríamos.
En todo el trayecto no he dejado de pensar en la discusión con Damon, pero principalmente en las repercusiones de mi presencia en Portland. No sé hasta dónde llega la mentira que se inventó Ariadna con papá y Samuel. Sobre todo, mi padre, que no ve con buenos ojos estar cerca de Isis, y por consiguiente de Christopher.
Le envié innumerables mensajes a mi hermana para conocer los detalles y como debo mentir, pero no ha respondido y eso me mantiene inquieta haciendo que Ted lo perciba.
—Un poco —susurro volviendo la mirada hacia él.
Sus hermosos ojos azules me observan fijamente. Ted es poseedor de una belleza apabullante que en un principio me ponía nerviosa. Creo que mis sentimientos por Christopher y la convivencia han menguado en gran medida mi sentir haciendo que pueda mirarlo directo a los ojos sin sentir que mi corazón se acelera por su atractivo.
—Tu hermana se queja de lo celoso y protectores que somos, pero me parece que tu familia nos sobrepasa. —Sonríe de lado. Una sonrisa que va en sincronía con sus ojos al mirarme divertido.
Sé lo que busca, que me relaje y disfrute del viaje así el mundo, mi mundo, este de cabeza como un día estuvo el suyo.
Correspondo a su sonrisa de manera tenue.
—Sí, Ariadna dice que el karma nos escupe en la cara a diario. Ahora lo confirmo. —Sus ojos cambian con la simple mención del nombre de mi hermana. Una especie de brillo se instala en los mismos y la sonrisa de sus labios se acentúa.
No hay duda, Ted adora a mi hermana y disfruto que lo haga. Ariadna merece todo el amor que puede darle el hombre que ama.
—No creo que todo sea tan malo si continuas con la misma postura que mantuviste hace unos minutos. —No puedo evitar sonrojarme. Enfrentarme a Damon fue tan... liberador, como vergonzoso. Recordar que mi hermano exterioriza sus pensamientos sobre mi persona reduciéndome a alguien tonto y sin conocimiento de la vida me llena de tristeza, vergüenza e ira. —Debo reconocer que los pensamientos de mi hermano sobre ti son... intolerables.
Bufo levantando la mirada que estaba en mi mano acariciando la cabellera de Isis mientras duerme con su cabeza recargada en mis piernas.
Llamarlo intolerable es poco y admiro su prudencia.
—Es un idiota —escupo sintiendo como regresa ese amargo sentir del enojo.
—Nunca lo he dudado —aclara sin dudar.
—¿Cómo se le ocurre controlar mi entorno? ¿Desde cuándo tengo que pedirle permiso para salir con alguien? —Niega haciendo un vago gesto con sus cejas. —Esperaba esto de papá, no de él. Es decepcionante.
—Te ama, princesa. Damon por naturaleza es celoso con lo que ama. —Lo miro fijamente.
—Los celos no son sinónimo de amor, Theodore. —Me sostiene la mirada borrando el leve rastro de sonrisa que nunca abandona sus labios. —Inseguridad, falta de confianza, deslealtad son sinónimos de celos. Nada justifica una actitud tan desagradable, nada justifica que minimicen, controles, manipules a otra persona por tus temores e inseguridades. Es... desagradable.
Vuelve la mirada al frente y luego al cristal de su ventana. Cuando lo hace comprendo que he expresado mi molestia dejando ver sus defectos, porque al igual que Christopher, Damon y el resto de las personas en el mundo, Ted también es celoso, mucho. Fueron los celos por Carlos lo que lo llevaron a solicitar la custodia completa de Anais cuando toda la verdad salió a la luz.
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Christopher Grey #5 (Saga sombras, Grey)
FanficTercer libro de los hermanos Grey en La Sombra de mi Ángel.