Capítulo 52 || Hasta pronto Seattle, Adiós Lincoln.

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Sonrío internamente al percibir la tensión de su cuerpo.

Si algo tiene Liss es la transparencia de sus emociones. Lo vi en sus ojos, esa incomodidad, la decisión inminente de cortar el espacio y hacerle saber a todas las mujeres presente que ella, la pequeña de los Hunt, tiene un puesto en mi vida de suma importancia por el cual no me quejo, al contrario, me hace sentir bien saber que hemos establecido algo formal, eso que nos unirá a pesar de la distancia.

Solo espero que mi hermano esté en lo cierto, que esto me dará la seguridad que no encuentro por su viaje, por el tiempo sumamente largo que estaremos separados.

Aspiro con profundidad llevando a todo mi sistema su magnífico aroma y el dulce adictivo que suele dejar sus labios sobre los míos. Guardo una gran porción de ambos, que, sin haberse ido, ya siento escasa.

Esto será una tortura.

Deja un casto beso en mis labios, acompañado de una suave caricia sobre mi cuello, a la altura de la nuca, que me debilita totalmente, hace crecer ese deseo por más, mucho más de cada una de sus caricias.

Joder.

Liss es tan jodidamente sensual, adictiva, perfecta y mía, sobre todo mía.

Sin saber cómo, me he vuelto un dependiente de ella en muchos sentidos y esa verdad me aterra. Su apariencia tímida contradice ese carácter fuerte que guarda celosamente, su mente aguda es mi peor enemigo al pensar en soluciones radicales que fácilmente la podrían separar de mí.

Todo en torno a nosotros es tan nuevo, que siento miedo, realmente lo siento, porque de la misma manera que me llena de felicidad en este momento, al estar junto a mí, puede sacarme sin un ápice de duda y hundirme nuevamente en esa oscuridad que lucha por arrastrarme una y otra vez cada día.

¿Qué ha hecho conmigo?

¿Cómo he cambiado con tanta facilidad mis emociones?

Me siento tan... confundido y no es agradable, no me gusta sentirme tan inestable y dependiente.

—No es así, solo...te extrañé. —Sus palabras tienen un efecto incontrolable en mi interior anulando los pensamientos que rondan en torno a su actuar imprudente a pesar de su petición de prudencia y mi dilema emocional.

Los últimos dos días han sido difíciles para ambos. El trabajo incrementó el doble, me vi envuelto en una y otra y otra reunión sin darme pie para verla como deseaba. Sentí insuficientes las pocas horas que pasamos juntos antes de caer la noche, menos, en ese estado devastado que la consume por su hermana, al punto de quedarse dormida entre mis brazos después de llorar por minutos u horas.

No esperaba pasar esos cortos días de esa manera, pero entendí rápidamente que esto forma parte del tipo de relación que entablamos, escucharla, comprenderla, dejar de lado mis deseos y ser su soporte en momentos de angustia y dolor.

A pesar de ello, de lo difícil que ha sido todo, la manera en que me llena de una felicidad inusual me gusta.

Todo de ella me gusta.

—Yo también, nena. No te imaginas cuánto. —Sostengo con firmeza su cintura pegándola a mi cuerpo, reacio a separarnos sin importar todas las personas que en estos momentos nos ven. Me separo un poco de su rostro, solo un poco, para ver esos ojos color mar que me tienen completamente jodido, me hipnotizan de una manera sin igual. —Lamento haberme ido sin avisar, pero tenía reuniones importantes que no podía postergar.

Sus cálidos dedos acarician mi mejilla con extrema suavidad. Me sostiene la mirada con ese brillo que realza su belleza, con una sonrisa tan jodidamente tierna como demoledora.

Christopher Grey #5 (Saga sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora