Observo el panel indicador de pisos con cada uno de mis sentidos puestos en la pequeña que se encuentra frente a mí nerviosa y furiosa por haberla sacado de casa a la fuerza.
Un comportamiento impropio, pero ¿qué puedo hacer cuando su decisión envía todo a la mierda? Escuchar su confirmación de viaje mañana fue como un maldito golpe en mi interior, muy en el centro, en el motor de mi cuerpo y me descontroló. Nunca me había sentido así, tan malditamente perdido, al punto de actuar como lo he hecho, prácticamente secuestrándola, tomándola a la fuerza y sin más justificación que el pánico que ha nacido por imaginar perderla.
Esperaba una reacción de su parte ante el beso que nos dimos, asumí que me ignoraría, pasaría de mí y lo hizo, pero de ahí a permitir que se vaya es mucho.
No he podido dejar de observarla. Toda la noche me he visto como un maldito demente, un acosador nato que vigila su víctima, un depredador que estaba a espera de un momento exacto para abordarla, pero no pasó, ella se mantuvo con su hermana todo el tiempo sin darme la posibilidad de hablarle, explicarle todo lo que escuchó, aunque con ello muchos de mis secretos sean revelados.
Me he visto discutiendo conmigo mismo mentalmente. Preguntándome, ¿qué tanto estoy dispuesto a decirle? Mentirle no es una opción. El nivel de decepción que percibí en sus ojos me deja claro que la cagué, Liss es conocedora de mi mundo y lo repudia, aunque no lo expresó con palabras.
La observo sintiendo mi cuerpo pesado por el exceso de alcohol que he ingerido buscando aplacar las voces de mi mente, calmando mi ansiedad, el jodido impulso de ir tras ella sin importar el mundo, mucho más cuando todos los malditos idiotas de la fiesta no dejaban de verla por lo caliente y hermosa que se veía.
Este va resultando ser el peor de todos mis días y que provoqué esto, este inminente ataque de celos es más de lo que pude soportar. Tengo una acumulación de emociones en mi cuerpo, que solamente están controladas ahora por el alcohol y su presencia que me resulta como un calmante.
Hermosa.
Esa palabra queda muy pequeña para su radiante belleza. He perdido la cuenta de las veces que mis ojos recorrieron sus piernas desnudas, sus pechos marcados a través de la tela roja de su vestido y... su espalda desnuda.
Eso es lo más sorprendente de todo, la visión de ella de espaldas tensa cada músculo de mi cuerpo al apreciar como su culo queda envuelto en esa diminuta y llamativa prenda, pero, sobre todo, ese tatuaje. Mi miembro ha despertado cuatro malditas veces al verla de espalda, mostrando ese grabado, esa frase que alimenta mi lado posesivo y su magnífico culo.
¿Desde cuándo me gusta esa parte de una mujer? ¿Cómo puedo tener una erección al verla, cuando siempre la he repudiado?
¡Maldita sea! Liss me crea tanta confusión.
¿Cómo pudo cambiar mi sentir, años de mi practica y soledad? ¿Cómo he pasado de mantener distancia y alejarme del mundo, a acercarme a ella, buscarla, vigilarla y desearla como un maldito demente?
El sonido del ascensor me saca de mis cavilaciones. Las puertas se abren y con ellas Liss sale claramente furiosa. Mis ojos miran su recorrido, su manera de caminar, la forma en que el vestido se sube y ella lo baja dejando a la vista ese magnifico tatuaje.
Es hermoso sobre su piel blanca. Los colores que adornan la pluma en la parte de arriba hacen un contraste perfecto con el rojo de su vestido. La sigo sin despegar la mirada de ahí y mi miembro aprueba ver como sus caderas se mueven...
—Deja de verme el culo —gruñe sacándome de mi estado hipnótico. Camina hasta detenerse en el centro del salón donde me observa furiosa. La miro fijamente y comprendo porque estoy así, como un idiota desesperado por impedir que se vaya. Es hermosa siendo como es, tímida, y lo es también como ahora, furiosa—. Me puedes explicar, ¿qué mierda pretendes? ¿Te has vuelto loco? ¡Me has traído aquí a la fuerza!
ESTÁS LEYENDO
Christopher Grey #5 (Saga sombras, Grey)
Fiksi PenggemarTercer libro de los hermanos Grey en La Sombra de mi Ángel.