Capítulo 60 || Tres días.

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Mis ojos se desvían por escasos momentos al reloj de mesa a un costado de la cama... 6:00 a.m.

Vuelvo la mirada al mismo lugar que he observado por horas: mi cama y la mujer que descansa sobre ella con su delicioso cuerpo cubierto únicamente con mi camisa.

Liss Hunt.

La simple mención de su nombre mentalmente crea, además de una sensación indescriptible por su compañía, una dolorosa erección en la cual no me centro. Me he abstenido toda la maldita noche de hacerla mía por su decisión y es que...

¡Joder!

Aceptó.

Aceptó ser mi esposa y madre de Isis.

Sonrío en mi interior por ese hecho.

¿Liss e Isis Grey?

Cierro los ojos por un segundo y saboreo la satisfacción que eso deja en mi cuerpo. Es... como si me completara, con su decisión llenara algo en mi interior que no puedo explicar.

Abro una vez más los ojos y la observo embobado de su figura, la curva de su cadera que no logran cubrir las sábanas ya que las ha retirado dejando ver como esa jodida braga, no sé si llamar así al pedazo de tela que con dificultad sostiene sus redondas nalgas, me tienta, me incita a ir por ella como un jodido perro hambriento de su delicioso cuerpo.

Una tentación.

Liss es mi jodida tentación y para mí propia sorpresa disfruto que lo sea.

Inhalo profundo llevando una porción grande de aire que me haga salir de mi estado, ese en donde quiero saltar sobre ella, arrebatarle mi camisa y braga para, sin un ápice de suavidad o control, enterrarme en ella tan profundo y duro como he deseado cada jodido minuto de este último mes, hasta quedar agotado.

No la he tocado, la mantengo a distancia permitiendo que descanse de dos largos viajes en menos de veinticuatro horas. Lo necesita y necesitará. Ella ha estado lejos de mí por mucho y cuando la tome, porque lo hare, ¡joder! no podré detenerme.

Me pongo de pie y camino hacia el cristal de la habitación. Las solitarias calles de Portland me reciben y con ello los destellos de un día gris, cargado de nubes lluviosas. Quizás el día dicte de ser austero y triste, pero yo estoy lejos de estarlo. Por primera vez me siento... diferente, tan jodidamente feliz que no he podido conciliar una sola hora de sueño y nada de ello tiene que ver con mi estado de salud.

De solo saber que Isis estará conmigo sin intermediarios, límites y tiempo, no logro describir con exactitud lo que siento, pero raya en eso que no fui, la felicidad al ver un sueño, el más grande y firme de todos, cumplido.

Realmente estoy feliz sin mentiras, sin tener que fingir, lo soy y no sé cómo sobrellevarlo más allá del control.

Mi teléfono, que se encontraba sobre el sofá a un costado, vibra suave, sin tono, impidiendo que despierte a la castaña. 

Lo saco y como espero, la respuesta de mi abogado no se hizo esperar.

"Lo felicito, señor Grey. Agilizaré los trámites de adopción, espero su acta de matrimonio."

Ahora si sonrío y por instinto desvío la mirada hacia la mujer que dentro de poco será mi esposa.

Mi esposa.

Una corta frase que abarca tanto. El principal y más importante hecho, es que será mía, completamente mía sin límites o quejas.

Sé que su decisión es enteramente por Isis, pero... joder, es mi novia, la mujer que me trae total y absolutamente loco. Es tan obvio que, a pesar de ser un acuerdo, disfrutare y ejerceré mis derechos sobre ella.

Christopher Grey #5 (Saga sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora