Capítulo 30 || Amargo inicio.

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Deliciosa.

Esa palabra describe por completo el sabor de su dulce boca. Suave, sutil, un beso sumamente lento nos envuelve provocando que cada vello de mi piel se erice de un placer sin igual. La sensación que deja el tacto suave de su mano en mi mejilla estremece mi cuerpo.

¿Qué mierda es esto?

Aire.

Mis pulmones suplican por aire, más no recuerdo haber perdido el que inhalé. Abro los ojos cuando nos separamos, inhalando frenéticamente como si hubiera corrido un maratón, llevando consigo un latir errático de mi loco corazón.

Recargo mi frente sobre la suya al sentir que mi cuerpo ha pedido fuerzas.

¿En qué momento un simple beso de posesión se volvió así de intenso?

Dulce, suave y exquisito es el aroma que desprende su cuerpo. Es una fragancia envolvente que te arrastra a ella, te lleva a cerrar los ojos e inhalarla ahí, inmóvil, analizando cada componente, buscando algo con que compararla encontrando solo... paz. Es una sensación indescriptible al sentirte envuelto por la misma, te traslada a otro lugar, momento, espacio o tiempo, no lo sé, lo único que sé es que... me recuerda tanto a aquel árbol de cerezo en la parte trasera del instituto, aquel lugar que dejaba una vista bonita de un valle y admiraba escuchando música, aspirando el aroma de aquel árbol y me tranquilizaba cuando me creía perdido.

—¿Qué me estás haciendo, pequeña? —susurro abrumado de las sensaciones que persisten en mi cuerpo.

Trago saliva con dificultad al sentir su mano descender por mi cuello, dejando a su paso un cosquilleo agradable. Su aliento golpea mi rostro antes de impulsarse y besar mis labios nuevamente, pero esta vez con mayor profundidad. Lo acepto, amo sus labios. Muerdo su labio inferior como una simple acción que me excita hacerle, pero ella como viene haciendo, me sorprende al morder los míos con fuerza.

Gimo como un completo sumiso al sentir el dolor palpitar en ese lugar y luego la suavidad y humedad de su lengua acariciando los mismos como si buscara hacer menguar el dolor que provocó.

JO-DER.

—Es lo mismo que me pregunto —susurra, con su aliento cálido golpeando mis labios.

Inhalo y exhalo frenéticamente al sentir que todo en mí se descontrola. Mi miembro se ha endurecido tanto por la sensación tan magnífica, gloriosa que ha dejado su actuar. Miles de ideas surcan mi mente en donde la tomo sin rastro de delicadeza, la castigo por infringir ese placentero dolor y luego la follo duro, tan duro que sienta hasta el último milímetro de mi miembro dentro de ella, que perciba cuan doloroso y placentero puede resultar el sexo duro.

—No... vuelvas a hacer eso —le advierto, pero mi tono no es más que un susurro tembloroso que demuestra sin duda cuanto me ha afectado su acción.

Me alejo, para ver sus ojos, pero los mismos hacen cerrados. Busco al imbécil con la mirada, pero se ha ido.

Christopher 2, Imbécil 0.

Vuelvo la mirada a mi pequeña, en el momento justo en que abre lentamente sus orbes y en ellos veo el mismo brillo que deben reflejar los míos.

Deseo, lujuria, hambre.

—¿Por qué? —pregunta, y su inocencia me enloquece, más no me hace feliz decirle cuan sumiso me vuelve que sea ella precisamente la que con una acción tan simple me doblegue de esta manera, al punto de sentir que mi cuerpo no me pertenece, que ruega ser doblegado por ella.

Christopher Grey #5 (Saga sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora