Capítulo 10 || Isis y Liss.

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Ted sale, no sin antes dejar un beso en la mejilla de la castaña que vuelve a sacar ese sonrojo que mancha todo su rostro haciéndola ver mas tierna y dulce de lo normal.

Quedo completamente estático observando su rostro que esconde por su larga cabellera que se mantiene suelta en pequeñas ondas que cubre sus hombros cubiertos por una blusa blanca holgada.

Levanta la mirada repentinamente y posa sus ojos en mí. Directo, pero con timidez. Ese color azul que se ve sumamente claro es tan envolvente. Liss posee una mirada tan atrayente como la de su hermana, haciendo que entienda a Ted cuando dice que no puede salir del embrujo de su prometida con solo verla a los ojos.

—¿Qué haces aquí? —las palabras salen ásperas sin proponerlo. El recuerdo de aquel sueño se recrea una y otra vez en mi cabeza sin que lo pueda desechar. Todo mi ser se siente intranquilo al estar a solas con ella. Es como si mi privacidad se viera invadida nuevamente y de alguna manera me enoja, pero no por ella.

Ted lo ha vuelto a hacer. Su método de control es imponerme la presencia de alguien que no quiero y encima me confunde.

Sus mejillas enrojecen.

—Si quieres me puedo ir. —Señala, nerviosa, la salida sin despegar su mirada de mí permitiendo que aprecie esas mejillas sonrojadas al máximo y sus ojos reflejando algo que no podría comprender.

¿Tristeza?

—No te he pedido que te vayas, Liss. Quiero saber qué haces aquí. —Jamás podría decirle que se vaya. Algo dentro de mí me lo impide, lo pone como un requisito de vida que voy comprendiendo y me aterra.

Suspira, ¿aliviada?

La miro fijamente detallando todo lo que proyecta. Es tan jodidamente abierta en sus expresiones, que, en tres minutos frente a mí, ya me siento abrumado y a la vez nervioso por lo agradable que me resulta.

—Yo... tu hermano me pidió cuidarte. —Titubea y desvía la mirada de mis ojos nerviosa. Camina hacia el sofá, donde estuvo mi hermano y deja un bolso que en grande tiene las letras DG. Vuelve a posar sus ojos en mí y arruga su entrecejo al ver mis pies en el borde de la cama. —¿Qué piensas hacer? —pregunta sorprendida y aterrada al captar mis intenciones.

—Ir al baño. —Niega con la cabeza frenéticamente.

Es tan adorable y diferente a su mellizo. Donde Damon es alto, ella es baja. Donde Damon es social, ella es asocial. Donde Damon proyecta ser un jodido mujeriego, ella se ve tan tímida, sosa y virginal. Como un frágil cristal a nada de romperse.

Trago saliva obligándome a salir de mi ensoñación. Ya he comprobado que la chica provoca erecciones dolorosas, es por ello que no busco centrarme en ese detalle: ella siendo tan virgen e inexperta. Eso sería llevar mi mente a imágenes tan jodidamente excitantes que dejarían una tienda de campaña entre mis piernas que no podría esconder. Además, está muy lejos de ser virginal, puesto que ese idiota que ahora la acosa, era su novio.

—No puedes. Tienes un día de haber sido operado. —Da un paso para acercarse, pero se detiene abruptamente.

¿Miedo a tocarme?

¿Desde cuándo siente miedo?

Ella ha sido la única que ha tocado mi cuerpo fuera de mi familia. Ni siquiera Alisa, Melanie o Brianna lo hicieron cuando fueron mis sumisas.

Repentinamente la idea me gusta. El recuerdo de sus brazos adheridos a mi cuerpo crea un cosquilleo agradable en mi piel. Toda ella despierta sensaciones que me confunden, pero son agradables y eso fácilmente podría volverse adictivo.

Christopher Grey #5 (Saga sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora