Capítulo 68 || Mi esposa.

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—Nena —Me remuevo en algo blando, suave, tan acogedor y cálido que me hace acurrucarme más en ello. —Pequeña, tenemos que irnos. —Abro los ojos lentamente encontrando una habitación iluminada con la luz opaca de la lámpara de mesa junto a la cama.

Aclaro mi visión para encontrar a Cristopher sentado a mi lado, observándome tan fijo, que en medio del sueño que aún envuelve mi consciencia, le sonrío y él me corresponde tenue. Christopher no es de sonreír tanto, pero cuando lo hace es un espectáculo que me inhabilita por completo. Si naturalmente es hermoso, cuando sonríe sus rasgos se acentúan de una manera tan devastadora para cualquiera mujer que se encuentre frente a él.

—¿Qué pasa? —Me remuevo y una leve punzada en mi vientre interrumpe mi intento de incorporarme.

Los recuerdos de la noche anterior llegan y detienen mi movimiento.

Extenuante.

Extremadamente extenuante las tres veces que nos entregamos, pero la que marca una diferencia abismal fue la primera por la extrema suavidad y delicadeza.

Suspiro profundamente envolviéndome en los recuerdos y las sensaciones tan magnificas que me cubren. Ese revolotear desaforado de las mariposas en mi estómago se intensifica bajo su penetrante mirada.

La tenue música que resonaba en toda la habitación, velas, pétalos de rosas rojas en el suelo y cama, la decoración con globos, el ramo de rosas con esa significativa nota y sus votos... ¡Dios! Sus votos removieron todo dentro de mí. Saber con exactitud todo lo que lo hago sentir me dio esa maldita seguridad que carcomía mi ser cada vez que viajaba o hablábamos por teléfono.

No sé qué ha cambiado en él. No sé si fue la tensión que se percibía en nuestros cuerpos el día de ayer, el tamaño de la locura que cometimos o simplemente decidió este momento, específicamente al ser esposos, para dejar salir eso que quería escuchar y ahora no sé cómo asimilar.

No habrá divorcio.

El maldito loco-posesivo-cavernícola me ha recalcado que este matrimonio será tan real y sé que su plan es ejercer sus malditos derechos alimentando su vena controladora-obsesiva-posesiva sobre mi entorno asegurando que lo hace por ser mi esposo.

Lo sabía. 

Voy conociendo cada segundo a Christopher que no dudo que casarnos sea el inicio de su desquiciante manera de atarme a él.

Me inquieta de una manera sin igual su posesividad, pero también me complace dado que a cada acto posesivo me confirma lo que con palabras no había hecho en todo este tiempo. Separarnos, que esta relación termine no está en su mente y eso es un alivio a mi incertidumbre, ese temor que dejó sembrado la maldita de Alisa.

A pesar de ello me aterra, dado que es parte del ser dominante que habita en él y el cual no ha escondido, pues a cada acto me muestra que jamás ha dejado su papel, solo lo ha camuflajeado bajo la premisa del novio que intenta ser romántico y atento.

Es cuestión de tiempo para que salga y solo espero que cuando eso suceda, mis temores a lo que implica ser una sumisa no afecten nuestra relación.

—Son las siete y media de la mañana. Toma una ducha, debemos irnos. Desayunamos en el Jet. —Mira su reloj y se pone de pie permitiendo que admire su magnífico cuerpo, con más músculos que antes, envuelto en un fino traje de tres piezas que lo hace ver más adulto.

No creí posible que una persona cambiara en un mes, pero así es. Christopher no es el mismo adolescente que conocí meses atrás. No hay rastro alguno del ser asocial que gustaba encerrarse en su mundo de silencios y evasivas. Frente a mí está todo un hombre. Quizás más serio que antes, pero solo en el plano laboral, del resto, es fascinante como sus pensamientos son exteriorizados y sus gustos y placeres son mostrados sin las reservas antiguas.

Christopher Grey #5 (Saga sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora