Estaciono el auto y me tomo unos segundos para calmar mi jodido cuerpo. Mi mente está inmersa en los gratos recuerdos de hace pocos minutos, o horas, no sé. He perdido la noción del tiempo entre recuerdos y sensaciones. No he podido centrarme en la vía por donde conducía, o en el inusual llamado de papá a reunirnos todos en casa.
Esa llamada fue nuestra ruptura a la burbuja que creamos. Disfrute por más de dos o tres horas de su cuerpo. Ninguno pensó en el tiempo o los compromisos. Ambos fuimos presos de nuestro deseo, en ella recién descubierto, y olvidamos a nuestros hermanos, los prejuicios y mi jodido pasado.
Descubrí tanto, pero lo principal y más angustiante, de manera agradable, es cuan bien les hace a mis sombras. No hubo temor, no sentí esa repugnancia que me cubría la mayor parte del tiempo al estar con alguna mujer, no me sentí forzado a estar con ella por ser mujer, solo... quería hacerla mi mujer.
Recargo la cabeza en la cabecera del auto, retiro mi corbata y abro los primeros botones de mi camisa.
Suspiro más allá de satisfecho.
Es indescriptible como me siento.
Observo la entrada principal feliz, realmente feliz de saber que adentro están todas las personas importantes para mí, pero hay dos, quienes tienen una importancia diferente.
A las dos las quiero atadas a mí.
Un toque en el cristal me saca de mis cavilaciones. El azul de los ojos que me observan intrigado, logra evaporar mis sensaciones.
Bufo y salgo.
—¿Qué te pasa? Parecías en otro planeta. —Arquea una de sus cejas que deja una idea de hacia dónde van sus pensamientos.
Sí, el detalle es que me estaba follando deliciosamente a tu melliza.
—Un poco agotado. —Entrecierra los ojos y ríe ampliamente.
—Eres un hijo de puta. —Lo miro sin comprender la carcajada que suelta antes de acercarse y... —No dudo que lo estés, por lo menos lo disfrutaste —abre un poco mi camisa—, cubre eso, antes que seas la burla de Ted en la cena y los siguientes seis meses.
Palmea mi mejilla y se aleja en dirección a las escaleras sin dejar de reír. Intento verme el pecho y parte del cuello, pero no puedo. Entro nuevamente al auto y...
¡Mierda!
Tengo una jodida mordida en el cuello. La tonalidad rojo y morado está tan marcado, que sería imposible taparlo. ¿En qué momen...?
La ducha.
¡Joder!
Esa segunda vez fue más intensa y desesperada. Sus gemidos y jadeos me enloquecieron. Perdí la noción de todo, solo permití que me tocara, y fue peor cuando su lengua se paseó por mi cuello. Cada vello de mi piel se erizó de manera dolorosa y la tomé con mayor ímpetu. Mis dedos se incrustaron en su piel al punto de estar seguro que dejé algunas marcas que no tardarán en notarse, ya que la pequeña incitadora es de piel tan blanca como la porcelana.
Tomo la corbata que había dejado en el asiento de copiloto y salgo. Entro colocándola en su lugar, aunque sea algo inusual, ya que todos saben que mi auto conserva la corbata de cada día, hasta que alguien del servicio verifica mi auto y las retira.
A medida que entro escucho las risas y voces de casi toda la familia. Sí, están todos y es tan agradable verlos hablar y reír después de los duros momentos que han pasado ambas familias.
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Christopher Grey #5 (Saga sombras, Grey)
FanfictionTercer libro de los hermanos Grey en La Sombra de mi Ángel.