Capítulo 9 || Quédate conmigo.

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Despierto sin esa molesta válvula de aire que me retiraron por la noche y los cables que se adherían a mi cuerpo para mantener mis signos vitales. Froto mis ojos adaptándome una vez más a esta austera habitación con desagradable olor a medicamentos.

Estiro mis piernas suavemente ya que mis músculos todavía duelen. Luego mis manos y por último busco incorporarme para poder ir al baño. Fue tan denigrante ordenarle a la enfermera quitar el catéter que mantenía en mi pene. Y más incómodo fue ver su sonrojo al volver a tócalo para retirarlo, porque por mi cuenta no podía.

Inhalo profundamente una vez logro sentarme en la cama. Quedo completamente agotado como si hubiera realizado horas y horas de ejercicio forzado. En ese lapso me permito dejar vagar mis ojos por la habitación encontrando en la mesa de mi derecha dos ramos de flores blancas y con ellos dos notas.

Entrecierro los ojos mirándolas. Es obvio que estuvieron aquí y no los vi. El medicamento que me administraron pasada la medianoche fue lo único que logró hacerme dormir en medio de un intenso dolor que me hacía apretar las manos.

Me inclino un poco, solo un poco permitiendo que mis manos tomen ambas notas:


No importa cuán difícil resulta, cuanto deseas alejarte, o cuanto te cueste comprenderlo: te amo, Christopher. Eres mi hermano y eso lo llevas en la sangre. Mis hijos y yo te amamos.

Phoebe, tu hermana.


Leo dos veces la nota y como si mi voluntad se volviera mierda, sus palabras logran esa agradable sensación en mi pecho.


Quisiera decir que te entiendo, pero el corazón de una madre no entiende razones, mucho menos el mío que se vuelve egoísta cuando se trata del amor a mis hijos.

Quizás no he sido la madre atenta que necesitas, no he estado contigo en los momentos que me has necesito y por eso te pido perdón. Perdóname por no estar para ti cuando más me necesitas, perdóname por ser egoísta y no prestarte la atención que requieres. Si necesitas este espacio, lo tendrás, a pesar de mi renuencia. Solo piensa siempre en que te amo. A pesar de no haber estado contigo durante tantos años, te amo, y eso nunca cambiará.

Tu madre.


De igual manera releo la nota una y otra vez más que la anterior. Mi mente se inunda de los recuerdos que he albergando con ella en los dos últimos años. No han sido malos, para nada. Todo su trato hacia mí conlleva una ternura y dulzura a la que no estaba acostumbrado y he aceptado sin reparo. Su mirada azul cielo destila tanto amor al verme, que, en esos ojos, justamente en sus ojos, encontré un calmante a mis ataques de pánico.

Mamá ha resultado ser un bálsamo, mi calmante personal y no entiendo cómo lo logró. Aunque es obvio, su ternura y atenciones que, aunque son mínimas porque papá o Angelique la absorben por completo, cuando lo hace te llena con creces. Puedo dudar de cualquier hecho en su vida, pero jamás podría dudar de ella, no me nace hacerlo, no puedo hacerlo cuando nuestra conexión es especial, ella se ha vuelto especial en mi vida.

Nuevamente llega a mi mente los hechos de ayer.

Ella conoce mi secreto, conoce todo de mí.

¿Por eso se comporta asi conmigo?

Dejo las notas sobre el escritorio y resoplo. Cierro los ojos con pesar. Desde mi arranque de ira los hechos buenos buscan manifestarse en mi mente y no lo puedo permitir. No quiero engañarme, todos me resultan iguales, todos han fingido ser atentos y complacientes por la maldita lástima que me tienen. Vuelvo a abrir los ojos para ver las notas. Mi mente me dice que ella no es así, pero cada hecho dice lo contrario.

Christopher Grey #5 (Saga sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora