Capítulo 23 || Dominantes.

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Inhalo profundamente una vez logro encontrar un poco de serenidad en mi sistema. No puedo comportarme como un idiota con una pequeña que expresa con inocencia lo que anhela de la vida.

—Princesa —tomo sus manitos que hacen húmedas por sus lágrimas—, es muy difícil lo que me pides. No puedo tomar decisiones así, apresuradas. Recuerda que tu perteneces a una casa hogar que se rige por las leyes del país, no puedo pasar por encima de ellas.

Sus hermosos ojos se tornan tristes. Borra por completo la esperanza, esa chispa de luz que albergaba su mirada.

—No quiero volver —rompe a llorar y como siempre que lo hace, mi pecho se estruja muy fuerte.

—Te entiendo, pequeña. Yo tampoco quiero separarme de ti, pero es lo que debo hacer. Todo esto sale de mis manos. —Niega una y otra vez con su cabeza, moviendo en el proceso su largo cabello. —Así debe ser, pero no estés triste, ya hay una familia que te adoptará. Estoy seguro que van a quererte y mimarte mucho, tú inspiras a eso, princesa.

—Yo quiero quedarme contigo. No quiero que me dejes. 

¡Jodida mierda! 

Sus palabras tienen un impacto tan fuerte en mi pecho, crea una revolución sin igual. Una mezcla de alegría y ansiedad, una muy diferente a la que comúnmente vivo.

Escucharla me hace comprender que nuestra relación ha evolucionado, hay más que un cariño común entre los dos, algo nos une de manera firme y contundente, y no puedo retroceder. En este punto me siento atado a Isis por eso duele como nada saber que pronto no estará, que será entregada a una familia y dejaré de ver sus ojos, escuchar su voz, su risa, dejaré de percibir la felicidad y paz que me envuelve cuando está conmigo.

¿Qué puedo hacer?

¿Qué debo decirle, cuando estoy seguro que nada podría cambiar su destino?

—No llores, por favor —le suplico limpiando sus lágrimas, pero nuevas se dan salida—. Disfrutemos de este día, pequeña. Quiero que mires la vida y ejecutes un paso a la vez. Ahora estamos aquí, unidos, hemos disfrutado con mi familia, Liss espera llevarte a algún lugar divertido hoy. Disfruta junto a mí del momento, pequeña, ¿sí? Lo demás lo resolveré, ya encontraré la manera de verte más seguido y que puedas jugar con Anais.

No responde, solo continúa logrando y dejo que lo haga, que libere su alma de esa tristeza que la embarga.

—¿Lo prometes? —pregunta en medio de hipidos, cuando su llanto ha disminuido.

—¿Qué cosa princesa? —Llevo la mano a su mentón y levanto su pequeña cabecita para ver esos hermosos ojos grises.

—Que volveré a jugar con las muñecas de Anais. —Le sonrío para calmar la angustia que refleja su mirada.

—Te prometo que volverás a jugar con Anais y te comparé muchas muñecas, las que quieras, pero tú también debes prometerme que te portaras bien, le dirás a la psicóloga que volvieron las pesadillas y harás tus tareas. —Asiente frenéticamente.

Sonrío ampliamente al ver que parece muy emocionada con la idea de volver. No esperaba que ella y Anais encajaran a tal magnitud. Aposte a disfrutar de un día, no a que se hicieran tan buenas amigas.

—Sí, lo haré —musita ahora emocionada. Siempre me ha gustado como los niños pasan de un estado de ánimo a otro con facilidad.

—Bien, entonces vamos. Todos nos esperan para desayunar. —Me incorporo y le tiendo la mano que toma limpiando sus lágrimas y plasma esa sonrisa tan tierna que hace de mis días uno más sin estrés o temores a sentirme nuevamente a la deriva.

Christopher Grey #5 (Saga sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora