CAPITULO VIII "BARCELONA"

247 27 52
                                    

Llegué a casa, ni siquiera había cruzado bien la puerta cuando Thiberius me soltó un cúmulo de golpes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llegué a casa, ni siquiera había cruzado bien la puerta cuando Thiberius me soltó un cúmulo de golpes.

— Eres un idiota ¿Lo sabes verdad? – me gritó en ruso.

— Vete a la mierda, puto demente. – me levanté, estaba caliente como una braza al fuego, así que me lancé sobre él y comenzamos a pelear.

— ¡Oigan! ¡Thiberius! ¡Jason! ¡Basta! – nos gritaba Regina. — ¡Thiberius!

— ¡No te metas, Regina! ¡Este cabrón fue a hacer su desmadre al norte! – Regina se puso en medio de nosotros y me miró.

— ¿Qué hiciste Jace?

— Esos cabrones me jodieron dos de mis antros, fui por un trozo de carne.

— ¡Mató a un sacerdote, Regina! ¡En la capilla de San Lorenzo! ¡Ahora los americanos vendrán con todo lo que tienen!

— ¡Me importa una puta mierda!

— ¡Maldito loco idiota!

— ¡Cállate puto sádico inadaptado!

— ¡Ya! ¡Jason, basta!

— ¿Qué vamos a hacer Regina? ¡Prácticamente tenemos mercado en todo Santiago de Compostela, pero por culpa de este pendejo idiota, van a subir sus murallas!

— ¡Cálmate ya, Thiberius! Tenemos que ayudarlo, si nos hacen una, es lógico que nos las paguen, Jason hizo lo que tenía que hacer.

— Tu insatisfacción sexual te eclipsa las neuronas verdad traumada.

— ¡Cállate idiota! – en ese preciso momento apareció Albert, los tres guardamos silencio, se acercó a mí y me dio tremendo golpe en la cara que me hizo caer y sangrar de inmediato.

— Toma tus cosas, te vas a ir a Barcelona.

— Pero...

— ¿Pero? ¿Dijiste, pero, Jason? ¡Eres un puto dolor de cabeza! ¡Estoy cansado de ti!

— Pero papá.

— ¡Cállate Regina! – me levantó. – Muévete, no sabes más que dar dolores de cabeza, eres como una herida en el culo, te vas a largar a Barcelona y no quiero verte en varios meses ¿Entendiste? Hasta que termine la investigación del homicidio del sacerdote al menos y pobre de ti donde vuelvas a Santiago porque yo mismo te voy a ofrendar para que te maten los del norte ¿Escuchaste? Toma tus cosas y lárgate de aquí, olvídate de tus putos privilegios, sin auto. – me quitó mi móvil y lo lanzó al suelo, se rompió en cientos de trozos. — Sin dinero, sin casa y espero aprendas la lección.

— ¿Qué voy a hacer sin dinero?

— Es tu puto problema, afuera te espera Enrico, te llevará al aeropuerto con dinero suficiente para que sobrevivas dos días, muévete, arregla tus cosas. – estaba en shock, tengo que aceptar que me esperaba una paliza, pero nunca que me corriera de casa y me mandara a otro lugar, a Barcelona, mierda. Subí a mi habitación y tomé cualquier maleta, metí algo de ropa y mis objetos importantes, mi llavero de luna y mi medalla de Snoopy, hasta la fecha, sigo sin saber de dónde salió esto, supongo que mamá me lo dio y por eso me niego a deshacerme de ellos, terminé de empacar y bajé directo al auto. Estaba en shock, todavía sin creer lo que iba a pasar, lo bueno es que Wesh sabrá mantener las cosas a flote. Enrico me llevó hasta el aeropuerto, me dio el billete y algunos euros, apuesto a que más de lo que le dijo Albert.

✟ ɢᴀɴɢꜱᴛᴀ'ꜱ ʀᴏʏᴀʟᴛʏ ✟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora