Cada día me sentía fuerte, me sentía mejor y me sentía tranquila cuando podía ver las placas de mi rubio precioso y apretarlas mientras lanzaba una plegaria por su seguridad.
— Hola Sarahí. – me dijo Jace mientras entraba a la habitación.
— ¿Sigues mal de tu espalda?
— Lo estaré hasta el final de mi vida. – no hacía contacto visual conmigo y eso no es bueno, se sentó a mi lado y me tomó la mano. — ¿Cómo estás?
— Aun no puedo caminar, pero lo haré pronto ¿Tú?
— Creo que también estoy mejor. – bajó levemente la mirada. – Sarah, tengo que decirte algo y no sé cómo hacerlo, estoy asustado, realmente lo sé. – miró las placas de mi rubiecito y mi cabeza revolucionó.
— ¿Fabián está bien?
— No lo sé, no es sobre él, Sarah, es sobre Julieta.
— ¿Qué pasa con ella?
— Al parecer, los rusos se unieron con los Lancaster, raptaron a Gamaliel Rivas, Ghal y un niño de los Palacios salió herido, pero en el lugar solo vieron a los Lancaster o al menos sus autos, por lo que se dedujo que ellos habían sido, pero Julieta descubrió que no, que los rusos estaban metidos hasta el cuello, ella le avisó a Balam, pero Thiberius la descubrió. – cerré los ojos imaginando lo que había pasado. – Sarah, lo siento, en serio, Balam no llegó a tiempo. – entonces rompí a llorar. – Y tampoco saben si Balam lo va a lograr.
— ¿Y Thiberius?
— No lo sé, el Palacios mató a... Albert.
— Qué bueno. – dijo con firmeza. – Ojalá maten a toda tu familia.
— Sarah, sabes que yo quería a Julieta.
— No como a mí, porque me apartaste del radar de Thiberius, pero a ella no.
— No fue mi elección, fue la de ella.
— ¡Tu familia está llena de asesinos, Jason! ¿Cómo sé que no eres igual?
— Porque me conoces.
— Mentira. – seguí llorando. – Ese maldito loco mató a mi hermana, tu has podido matarlo todo este tiempo y no lo haces ¡Simplemente eres parte de todo lo que hacen!
— Eso no es cierto, Sarah, lo sabes. – no podía respirar, pero no paré de llorar, Jace se quedó ahí, sin decir palabra alguna, estaba siendo injusta con él, muy injusta.
— Lo siento Jace, lo siento, perdón. – agité la mano como si estuviera quemándome. – Lo siento, tú solo cuidaste de mí, Juls fue necia, lo sé, perdón, perdón. – se acercó a mí y me abrazó, lloré desconsoladamente por horas, y él solo estuvo ahí, como antes, como ahora, como siempre.
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✟ ɢᴀɴɢꜱᴛᴀ'ꜱ ʀᴏʏᴀʟᴛʏ ✟
JugendliteraturHace cerca de veinte años la historia de los Palacios parece no haber terminado del todo bien, en realidad, nada bien. Eiden Palacios había logrado darle un golpe mortal a Albert Briar, pero el precio que había pagado por ello, era demasiado alto, t...