Hace cerca de veinte años la historia de los Palacios parece no haber terminado del todo bien, en realidad, nada bien. Eiden Palacios había logrado darle un golpe mortal a Albert Briar, pero el precio que había pagado por ello, era demasiado alto, t...
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— Tengo los resultados de tus rayos X, Jason, no se ve nada bien. — exhalé con pesar, el médico tenía esa mirada sería de médico, sé que podría tener hasta un mejor diagnóstico que él, pero se supone que él es quien me atiende, cada quien se ha ganado su lugar y hay que aprender a apreciar eso.
— ¿Tan mal estoy?
— Tienes viejas lesiones en la espalda que no sanaron correctamente y dejaron tu columna sensible, si llegas a tener otro percance podrías quedar paralizado. — suspiré.
— Eso es malo.
— Lo es, pero sabes qué, amigo, necesitas unas clases de defensa personal, eso no pasaría. — dijo haciendo movimientos de combate.
— ¿Usted cree?
— Claro, así nadie se meterá contigo.
— Lo tomaré en cuenta. — saqué un billete grande. — Omita lo de la probable parálisis.
— Wow, por supuesto, nadie lo sabrá. — salí del consultorio y Elena estaba afuera, fruncí el cejo al verla con el cejo fruncido.
— ¿Qué te dijo?
— Que voy bien ¿Ya me vas a dejar ir a trabajar?
— No, hasta que camines derecho. — me golpeó la frente, respingué.
— Camino derecho.
— Porque tienes un tipo chaleco antibalas que te mantiene así.
— Eso no... Es del todo cierto.
— Vamos.
— Necesito trabajar, tengo que llamar a Sebastian.
— Hazlo, desde el departamento. — desde el ataque me había metido a un departamento con seguridad privada que era nuestra seguridad privada, luego entonces, se iba tranquila a trabajar mientras yo quedo como el novio mantenido. Me llevó a casa.
— Pórtate bien.
— Naturalmente. — arrancó el coche y se fue, dije que no iba a dar más guerra así que entré al departamento, me senté en el sofá y saqué mi móvil para comenzar los negocios.
— ¿Sí?
— Buenos días princesa.
— Jason.
— Me da gusto que sigas vivo después de tu ruptura amorosa.
— No creí que pasaría por esto otra vez, pero lo llevo mucho mejor, la vi en catorce de febrero y la besé.
— Eres un hijo de puta.
— Va con mis planes ¿Cómo estás?
— No muy bien, el doctor dijo que soy un candidato a paralítico.
