Hace cerca de veinte años la historia de los Palacios parece no haber terminado del todo bien, en realidad, nada bien. Eiden Palacios había logrado darle un golpe mortal a Albert Briar, pero el precio que había pagado por ello, era demasiado alto, t...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mi hermoso líder estaba bastante molesto, pude verlo en su expresión corporal, él estaba realmente irritado.
— ¿Qué pasó?
— Thiberius le disparó a Ashton y está grave, tengo que ir.
— Jace ¿Qué piensas hacer?
— Lo que debí hacer hace mucho, Minnie, ese hijo de puta no es mi hermano, en cambio, casi mata a uno que si lo es.
— Jace. — ¿Cómo se le ocurre decirme esto en medio de una operación?
— ¿Qué pasa? — me dijo Astrid.
— Quiere volver a Galicia. — estaba tan molesto que, contrario a sus costumbres, usó su arma y disparó a los que nos estorbaban, teníamos una plaza más, pero la cosa no terminaría ahí.
— Aseguren la plaza, Stephan, tenemos que llevarnos el veinte (dinero) a un lugar seguro.
— Bien, me hago cargo. — Astrid lo siguió y yo a Jace que parece estar muy descontrolado.
— Cariño.
— Ahora no, amor, conduce. — todo este tiempo de encargó de perfeccionar mi manera de conducir, era casi tan buena como él, se los seguro. Los catalanes andaban calientes, pero no había rastro de ninguno de los Lancaster, siempre es un misterio su posición, yo conduje mientras mi amor estaba atrás entretenido con algunos juguetes alemanes que robamos la semana pasada, es todo un guapo, pero ahorita está enojado y no conviene hacerlo enfurecer más. Tomé una curva derrapando el auto consciente de que nos seguían.
— Jace, nos cerraron el camino. — dije mientras derrapaba el auto, Jace bajó del auto. — ¡No, Jason! ¡Entra al auto! — los otros nos tiraban, pero mi cariño lindo sacó una automática y les tiró sin piedad, una vez que los mató a todos volvió dentro del auto.
— Conduce. — golpeé su auto con el frente del nuestro y logramos pasar.
— Eres un pececito beta. — su mirada seria e iracunda me decía que no estaba pata juegos, sin embargo, seguí burlándome. — Se abren tus branquias y te intenseas. — siguió serio.
— ¡Cuidado! — frené de manera intempestiva, el coche se inclinó a la derecha y entonces Jason volvió a bajar y comenzó a disparar sin fallar un solo tiro, para entonces, teníamos un helicóptero encima, pasamos por debajo de un puente y me detuve, comenzamos a quitarle la cobertura azul al auto y le cambiamos las placas, Jace incluso le puso rines cromados a las llantas y ahora nuestro auto era color rojo, nos pusimos en marcha y fue así como nos deshicimos de la policía sin hacer mucho drama. Llegamos hasta nuestro destino, entramos por la cochera y bajamos todo el dinero, habíamos atracado siete plazas de los catalanes y no tenían ni puta idea de dónde llegaban los golpes, solo Jason y yo sabíamos dónde estaba todo el dinero. Al verlo bajar y quitarse el chaleco, vi que sangraba.
