Ensayos, ensayos y más ensayos, realmente soy de los pibes que les gusta hacer cosas diferentes todo el tiempo, pero esta vez había una razón para intentarlo una y otra vez.
— Divino, excelso, es como comer nubes. – dijo la directora del evento, elevé la ceja y escuché la risita de Jovi.
— ¿Qué es tan divertido? – le susurré.
— Tus gestos.
— ¿Cómo podríamos escucharnos como el comer nubes?
— Es una metáfora, Eric.
— Bien, Christine, soy un poco lento para esas cosas.
— Es todo por hoy, descansen, será todo un éxito, no tengo pruebas, pero tampoco dudas.
— Vayámonos de aquí ahora. – tomamos nuestras cosas y salimos del teatro. — ¿Vos trabajas hoy?
— Sí, pero aún tengo tiempo para el fantasma de la ópera.
— ¿Y si no trabajas ya?
— ¿Disculpa? ¿Quieres que muera de hambre?
— Creo que con esa voz que tenés no es necesario que sirvas comida.
— Me gusta mi trabajo, Ghal.
— Eso no es verdad.
— No me gustan mis jefes, ni mi torpe prima, pero de ahí en fuera, todo es okay.
— ¿Okay? Bien, si vos lo dices, te creo. – después de unos pasos, me di cuenta que me faltaba algo, tenía mi mano en el bolsillo derecho elevé mi mano izquierda y la apreté.
— ¿Qué pasa?
— Mi mano está vacía.
— ¿Y tú bastón? ¿Lo perdiste?
— No, está en mi bolsillo, mi mano sigue vacía, Jovanka.
— ¿Tienes hambre? – suspiré y agité la mano.
— Mi mano sigue vacía.
— ¿Qué quieres Ghalion? No soy adivina.
— Deberías saber vos qué es lo que quiero. – estiré la mano, escuché como tragó aire.
— ¿Quieres que caminemos tomados de la mano por las calles de Santiago de Compostela que no sabe que somos novios? ¡Eres un atrevido Ghalion Esteban Rivas Castillo!
— Mi mano sigue vacía. – la agité. – Vacía.
— Ghal, camina, no seas así. – me detuve y fruncí los labios.
— ¿Por qué no querés tomarme de la mano? ¿Te avergüenzo?
— Si dices eso otra vez te voy a patear el trasero.
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✟ ɢᴀɴɢꜱᴛᴀ'ꜱ ʀᴏʏᴀʟᴛʏ ✟
Teen FictionHace cerca de veinte años la historia de los Palacios parece no haber terminado del todo bien, en realidad, nada bien. Eiden Palacios había logrado darle un golpe mortal a Albert Briar, pero el precio que había pagado por ello, era demasiado alto, t...