Hace cerca de veinte años la historia de los Palacios parece no haber terminado del todo bien, en realidad, nada bien. Eiden Palacios había logrado darle un golpe mortal a Albert Briar, pero el precio que había pagado por ello, era demasiado alto, t...
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Cómo siempre soy el último imbécil en enterarme de las cosas, después de cotilleos escolares, descubrí que Sebastian había terminado con mi hermana y de una forma muy cruel, obviamente me encendí como firestorm en ese momento, mi pequeña hermana siendo estafada por un pelotudo hijo de puta. No resistí más y decidí ir a la facultad de Derecho y buscarle, ahí estaba, tranquilamente tomando un café mientras mi hermana estaba sufriendo por algo que bien pude evitar, me acerqué le quité el café y en cuanto volteó le golpeé el rostro.
— ¿Para eso tanta mierda, Sebastian? — lo pateé. — ¿Para eso ganaste a mi hermana? ¿Para desecharla en semanas? Sos un hijo de puta ¿Lo sabes verdad? — volví a patearlo una y otra vez. — ¿Lo sabes o no? — al contrario del Sebastian enciende fácil que conozco, esta vez parecía que no iba a defenderse, se limpió la sangre de la boca mientras la mejilla comenzaba a ponerse hinchada y solamente me miró. — ¿Vos no hablarás? Di una cagada al menos Sebastian.
— No importa, si me quieres pegar, hazlo, eso no va a cambiar nada.
— ¿Por qué le haces esto? Confíe en vos, mis viejos confiaron en vos, ella te confío su corazón y ahora la destrozas, tené dieciséis años, pendejo. — volví a patearlo. — Vos casi veintitrés y te comportas como un pelotudo de secundario. — comenzó a toser, pero no se defendió, eso lejos de complacerme me hacía enfurecer todavía más.
— Tengo mi fama y estaba perdiendo facultades, es mejor y lo sabes, no sé porque estás enojado Fabián, ni que te hubiera parecido que tú hermana saliera con un Nightmare.
— Tenés razón, no, no me pareció.
— ¿Entonces? ¿Me golpeas por hacerte un favor? — se levantó poco a poco. — ¿O por qué?
— Porque de forma pendeja creí que vos habías cambiado, pero veo que no, seguís siendo el mismo borracho, homicida abusador de siempre, siempre sacando provecho de la gente que confía en vos.
— Puedes creer lo que quieras Fabián, lo que mejor te venga en gana, tal vez cuando algún día sepas todo, me lo agradezcas aún más.
— ¿Querés que te agradezco que le hayas mentido a mi hermana? ¿Lo hiciste para joder a Balam cierto?
— Balam y yo sabemos quién es el mejor de los dos y no es él, creo que quedó claro más de una vez, en peleas y con las mujeres.
— Eres un... — iba a saltar una vez más sobre él, pero alguien me detuvo.
— Suficiente Fabián ¿Que los doctores no curan golpes?
— Soy un doctor muy versátil. — Ares volvió a agarrarme.
— Basta dije ¿No me escuchas?
— No te metas.
— Si me meto, adiós. — señaló para otro lado, instando a qué me fuera, Sebastian apenas podía mantenerse de pie, tenía la mano muy cerca de sus costillas, presionando y controlando su acelerada respiración, me controlé.
