Hace cerca de veinte años la historia de los Palacios parece no haber terminado del todo bien, en realidad, nada bien. Eiden Palacios había logrado darle un golpe mortal a Albert Briar, pero el precio que había pagado por ello, era demasiado alto, t...
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Pelear con papá siempre me es difícil, no me gusta pelear con él, pero no puedo decirle la verdad sin que quiera meterse en mis asuntos, me levanté de la cama y miré a Ash y Ares, mierda, pudieron morir por mi culpa. Me quité el suero, ese hijo de puta lunático y yo tenemos algo pendiente. Me quité los electrodos y la cánula, soy tolerante al dolor así que estoy muy bien, mi comandante me patearía el trasero si pudiera verme como una princesa aquí, mi error fue darle la espalda a la cortina, el perfume de mi vieja me perforó la nariz demasiado tarde, estaba expuesto y no tenía modo de contraataque.
— No es lo que vos piensas. — dije en mi defensa ¿Que puedo decirle ante las cicatrices y el tatuaje? Nada Fabián, nada.
— ¿Ah no? — cuestionó calmada, inusual y la antesala de algo malo —. Bien, si no es lo que evidentemente sé, entonces dime qué es.
— Mi glucosa está bajando. — me senté en la camilla. — Vos no me mires así.
— Estoy graduada como neurocirujana, psicoanalista, medicina en general y lo que te salió peor, soy tu madre, Fabián — tomó asiento junto a mí —. ¿Vas a decirme el porqué de ese tatuaje? ¿O me harás investigar? — preguntó.
— Ya sabes vos qué significa, lo cubría con los parches de nicotina, pero ya no fue suficiente.
Asintió atenta — ¿Por qué no me lo dijiste antes?
— Porque no quería agentes de la CIA o de La Liga en mis asuntos, llegué como analista a los NAVY SEALS y cuando papá tuvo el atentado me enlisté, si papá no volvía a casa yo iría por él, he estado ahí desde los dieciséis y soy muy bueno, los SEAL's buenos, viven, me apodaron cachorro cuando llegué, pero después de hacer dos o tres cosas buenas, me apodaron águila, el mejor francotirador de la historia de los SEAL's.
— Estoy tentada a decir, "me haces sentir orgullosa", pero acabas de decir que me has mentido desde hace años, así que no esperes recibir pancakes de colores mañana en tu desayuno.
— Perdón por haberte hecho creer hace dos años que estaba molesto con vos, no estaba enojado, solo no podía verte.
Me abrazó y besó en la mejilla — Tranquilo, no pasa nada, con el tiempo he aprendido que el corazón de madre no es un lugar para rencores para con sus hijos. Pero ni creas que me tienes contenta, ¿eh? Cuando naciste recuerdo perfectamente que tu espalda era más bonita que ahora.
— Pelear por el país no es tan fácil, no pude verte el fin de año, porque fracasamos en una misión y me habían dado una paliza.
— Dime por favor que no fue tu propio escuadrón.
— No, sobrevivimos dos solamente, aunque mi nombre fue borrado de esa misión, si papá se enteraba...
— Sería como ver una olla de presión explotar — acarició mi cabeza, peinándome en el proceso —. Fue mejor así, sin duda.
