— Sarahí. — escuché un lejano susurro. — Sarah. — fruncí el cejo para después abrir los ojos. — Sarah.
— Jace ¿Qué pasa?
— Creo que hay algo que no sabes, pero tienes derecho a saberlo, aunque yo no tenga derecho a decirlo. — Jace metió una silla de ruedas a mi habitación y después se apoyó en el marco de mi camilla y me miró fijamente.
— Fabián va a volver a América.
— ¿Qué?
— Su papá lo castigó, aun no comprendo por qué exactamente, pero se irá al ejército, su vuelo sale en una hora, así que, si cooperas, te raptaré para que hagas lo que él jamás será capaz de hacer.
— ¿Hacer qué?
— Despedirse de ti.
— Vamos, vamos. — mi cuerpo estaba lastimado como creo que nunca podría estarlo nuevamente, simplemente no podía caminar, tenía las piernas flojas y adormiladas, igualmente la fuerza de mis brazos y el ortopédico que me mantenía erguida no era muy cómodo que digamos, Jace me acomodó suavemente en la silla de ruedas y prácticamente me raptó del hospital. Una vez afuera, me ayudó a abordar el auto que Bass conducía.
— ¿Vas a conducir así?
— Larga historia, hermosa, tenemos que irnos.
— ¿Vas a conducir con una sola mano?
— Podría hacerlo incluso con los ojos cerrados. — refirió antes de poner en marcha el auto y conducir a una velocidad muy alta para mí gusto.
— ¿Tenemos tiempo Jace?
— Si sigues conduciendo así, tendremos que verlo en la otra vida, solo fíjate por dónde vas, suizo.
— Eso trato, bobo.
— Chicos, no me salvé de esa paliza para venir a morir prensada en un auto con ustedes.
— Morías a la diestra de hombres guapos y de acción.
— No estoy interesada, quiero ver a Alex.
— En un momento. — aparcó frente al aeropuerto y después de ayudarme a subir a la silla de ruedas corrimos (bueno ellos corrieron), hasta la sala de abordaje.
— ¿Lo ves?
— No. — miré a todos lados, entonces, al fondo vi la espalda de mi soldado favorito en todo el universo.
— Ahí. — señalé. — Alex ¡Alex! ¡Alex! — nos acercamos, finalmente miró atrás y al verme se detuvo, Jace y Bass dejaron que me acercara sola, los labios me temblaban y aunque hacer el esfuerzo para impulsar la silla de ruedas le provocaba dolor, no me importó, Alex se acercó a mí y cuando estuvo suficientemente cerca, pude ver qué sus ojos brillaban de forma singular, se inclinó hacia mí, bajó su rodilla derecha hasta el suelo y me miró mientras yo intentaba controlarme el llanto. — ¿Ibas a irte sin despedirte? — le di un golpe que apuesto ni vida a qué ni siquiera le dolió, entonces rompí en llanto. — ¿Eh? ¿Cómo puedes ser tan maldito? ¿Te ibas a ir sin despedirte?
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✟ ɢᴀɴɢꜱᴛᴀ'ꜱ ʀᴏʏᴀʟᴛʏ ✟
Novela JuvenilHace cerca de veinte años la historia de los Palacios parece no haber terminado del todo bien, en realidad, nada bien. Eiden Palacios había logrado darle un golpe mortal a Albert Briar, pero el precio que había pagado por ello, era demasiado alto, t...