CAPITULO LXXVII "VEINTE AÑOS EN AGONÍA"

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Gamaliel estaba de un humor muy pesado, estaba irritable, me recordaba tanto a mí mismo que me daban ganar de darle un abrazo, sin embargo, me importó una mierda y le dije que fuéramos a una reunión político-eclesiástica, supongo que se pondrá int...

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Gamaliel estaba de un humor muy pesado, estaba irritable, me recordaba tanto a mí mismo que me daban ganar de darle un abrazo, sin embargo, me importó una mierda y le dije que fuéramos a una reunión político-eclesiástica, supongo que se pondrá interesante a medida que estemos llenando el lugar.

— No veo al arzobispo. – me dijo Mauro, negué.

— Yo tampoco. – estaban muchos políticos, la cosa se puso más interesante cuando vi llegar a Guillermo del Bosque.

— Eiden, bienvenida.

— Guillermo, un placer estar aquí, siempre.

— Estoy en investigaciones en cuanto a lo que pasó en el club de tus sobrinos. – miró a Gamaliel. – Tú hijo ¿Está bien por cierto?

— Está en perfectas condiciones. – era obvio que su molestia derivaba de eso, pero era algo que me iba a dedicar a indagar más tarde.

— Es un gusto, a Ares y a Ashton los vi recientemente, por eso no pregunto por ellos, al que no había tenido la oportunidad de ver es a Fabián, a quién iré a visitar en estos días a fin de que me de su versión de los hechos.

— Cuenta con eso, Guillermo.

— ¿Qué dice la CIA?

— Problemas, montañas, camiones, buques, tráileres llenos de problemas.

— Es bueno que puedas pasar tiempo con tu familia, debes extrañar mucho a tu esposa. – no es secreto que a Guillermo se le da adular a Elizabeth, eso a Gamaliel jamás le va a agradar, pero tampoco puede hacerse señalar.

— Igual que ella a mí. – sonrió.

— Pues bienvenida, el monseñor no creo que tarde en llegar. – me importa una mierda el monseñor, al que quiero ver es al que tiene las llaves de la catedral y el monseñor no es ese hombre, así que solo asentí y permití que Guillermo se retirara.

— Ese hijo de puta queré amanecer en algún sótano de Guantánamo. – me reí.

— Te voy a ser sincero, Gamaliel, no ha intentado cortejar a Elizabeth porque sabe que te sería muy fácil desparecerlo, porque estoy seguro que ganas no le faltan.

— Hijo de la gran mierda. – Mauro le palmeó la espalda.

— Estás muy estresado, amigo, tienes que relajar los hombros.

— Le voy a relajar la mandíbula a chirlos a ese bocón hijo de puta, siempre está adulando a mi esposa, ella no necesita eso, solo necesita las adulaciones que yo le proporciono, yo y mis hijos, nadie más. – Fabián arribó a la fiesta y Gamaliel ni siquiera lo miró.

— Iré por un trago. – Fabián torció el gesto viendo como su papá se alejaba, se acercó a mí.

— Hola tía.

✟ ɢᴀɴɢꜱᴛᴀ'ꜱ ʀᴏʏᴀʟᴛʏ ✟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora