Después de la fiesta de navidad no pasó gran cosa, estábamos de descanso por las fiestas y volveríamos a la escuela hasta el próximo año. La familia aumentaba poco a poco, Ghal y Jovanka estuvieron juntos al igual que Ashton y Atenea y yo estaba más confundida que cuando me pongo a responder un sudoku.
— ¿Cómo te sentís vos? – me preguntó Ate.
— Bien, es extraño, vos y Ashton, sin tener que esconderse.
— Recapacitamos, sinceramente si lo íbamos a ocultar, pero después dije, el pibe es guapo, no hay razón para ocultarlo, vos te ves hermosa, felices dieciséis, negra. — Y es que, aunque parezca increíble, la negra era más vieja que yo.
— Gracias, negra. – una costumbre argentina de darnos amor, decirnos negra. – después de ese caluroso abrazo, bajé a saludar a mis invitados, miré a mi viejo a la distancia, éste señor no deja de sorprenderme con sus atuendos, mi viejo se había metido un traje, pero la tela era la simulación de un árbol de navidad con luces.
— ¿Vos, señor, por qué se ve tan elegante sea lo que sea que se meta?
— Porque el hombre hace al traje, no el traje al hombre, querida princesa tibetana. – mi viejo me abrazó. – Feliz cumpleaños mi amor.
— ¿Sos feliz de ser mi viejo no? Solo no vayas a llorar como cuando cumplí quince.
— No, ésta vez estás cumpliendo dieciséis y. – tragó saliva. – Vos estás a unos años de casarte y ser libre y yo. – se llevó la mano al pecho. – He tratado de asimilarlo desde hace años, cuando tu tío pelotudo me dijo, "cuando sea grande ella se casará, le dedicará su amor a otro pibe y no serás vos".
— Ay, viejo.
— Me lo dijo el día que vos naciste ¿Verdad que es un hijo de puta? – me reí.
— Vos siempre serás el hombre de mi vida.
— Si vos cambias de opinión algún día, ese día venís vos y me entierras porque me muero.
— Viejo, no me digas eso. – lo abracé. – Quiero que vivas tantos años como ninguno.
— ¿En serio? ¿No querrás que el hombre al que vos ames viva más años que yo?
— Nadie como mi viejo, ojalá fueras eterno, te amo a vos tanto, sos un viejo perfecto, en serio, sos perfecto, a veces gruñes de más, pero vos sos, increíble viejo, en serio.
— ¿Y con esas cosas que vos decís querés que no llore? Vos sos desconsiderada.
— Te amo tanto a vos, señor guapo, me gusta tu corbata de luces navideñas.
— Combina perfecto con el traje, mi dulce caramelito.
— Hola, amor. – me susurró mi hermano a la espalda.
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✟ ɢᴀɴɢꜱᴛᴀ'ꜱ ʀᴏʏᴀʟᴛʏ ✟
Novela JuvenilHace cerca de veinte años la historia de los Palacios parece no haber terminado del todo bien, en realidad, nada bien. Eiden Palacios había logrado darle un golpe mortal a Albert Briar, pero el precio que había pagado por ello, era demasiado alto, t...