Hace cerca de veinte años la historia de los Palacios parece no haber terminado del todo bien, en realidad, nada bien. Eiden Palacios había logrado darle un golpe mortal a Albert Briar, pero el precio que había pagado por ello, era demasiado alto, t...
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A pesar de estar de descanso escolar, la firma no conoce ese tipo de descansos, así que antes de largarme treinta y uno y primero por mis pelotas, fui a la oficina a terminar mis pendientes.
— Buenos días, jefe. – Ale es la mujer más eficaz del mundo, se lo digo muy poco y cuando lo hago, suele ponerse de floja, así que prefiero saberlo yo, el beneficio es que no me enojo y ella no recibe regaños.
— Buenos días Ale ¿Novedades?
— Tengo colega. – tomé mi café de la mano de Ale y fui a la oficina de Chiara, cuando entré había un sujeto bien vestido con ella, fruncí el cejo.
— Hola, Malik, buenos días.
— ¿Me desafías? ¿En dónde está tu secretaria?
— Secretario. – señala al sujeto.
— Un placer señor Palacios, Pavel Villanueva.
— Soy Malik, no me digas señor, no soy tu papá ¿Me permites unos minutos con tu jefa?
— Sí señor. – negó. — Licenciado. – se retiró, Chiara me miró.
— ¿Qué sucede Malik?
— ¿Secretario?
— Sí, necesitaba una oportunidad y se la di, además es lindo.
— ¿Piensas tener una aventura con tu secretario?
— Cállate, Alejandra es la mejor y vienes a recordarme eso.
— Oh, vamos Chiara ¿Por qué tienes que demostrar a cada paso que doy que puedes hacerlo también?
— ¿Cuál es tu problema?
— Contrata a una mujer.
— Malik. – sonrió. — ¿Estás celoso?
— Para nada, es un crío, debe ir en cuarto semestre a lo mucho, solo que los hombres no somos tan cuidadosos, bueno, la mayoría, yo si lo soy.
— Tendrás que hablarlo con la licenciada Madaí, fue su idea, por cierto, nos llegó un asunto de fraude, seis cifras, estás fuera, lo llevaremos Ghalion y yo.
— Es justo, yo llevo la automotriz, sin mencionar que soy abogado corporativo, lo que significa que, si me ensucio las manos, simplemente no se nota.
— Te ensucias mucho las manos, Malik y lo sabes.
— Yo no dije que no me las ensuciaba, lo que dije es que no se nota, eso fue lo que dije.
— Disculpe abogado corporativo.
— Tengo que trabajar porque mañana no pienso estar aquí, ni pasado.
— Yo tampoco.
— Irás a Italia.
— Sí, iré con mis papás y antes de eso. – se acercó a su estante. – Tengo un regalo para mi desgraciado colega junior. – sacó una elegante caja roja y me la entregó.
