Hace cerca de veinte años la historia de los Palacios parece no haber terminado del todo bien, en realidad, nada bien. Eiden Palacios había logrado darle un golpe mortal a Albert Briar, pero el precio que había pagado por ello, era demasiado alto, t...
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Cuando llegué a la antorcha humana me acerqué, ambos sujetos ardían, pero uno de ellos tenía la mano libre de fuego, pero con una nota.
"Te dije que los encontraría primero que tú".
Sonreí de forma incrédula, éste pibe hijo de puta se salió con la suya.
— Mierda. – dijo Ares cuando les vio de cerca ¿Son de los nuestros?
— No, son los que atacaron a Ashton. – le mostré el acercamiento de la foto que me había mandado Sebastian y la mano del sujeto que se quemaba.
— ¿Es una ofrenda? ¿De quién?
— Esa, primo, es una muy buena pregunta. – le dije, crucé los brazos mientras los miraba arder.
— Parece que Ashton tené más amigos de los que aparenta.
— No sabemos si lo están haciendo como una ofrenda de paz o qué sea con exactitud.
— Si nos están alumbrando la calle con un par de pibes que jodieron a uno de los nuestros, me parece una ofrenda de paz. – afirmé.
— ¿De quién?
— ¿Importa? Los enemigos de mis enemigos, son nuestros amigos, es simple.
— Es un ruso, como dijo tu papá. – elevé la ceja.
— ¿Mi viejo sabía que se trataba de los Vorys?
— De alguna manera, es ruso, de eso no hay duda, y aunque tenemos esta ofrenda, probablemente vayan a buscar atacar después, tenemos que cuidar bien de Ashton. – Charlie llegó después, miró los cuerpos y elevó las cejas.
— Vaya, ¿Nos hace falta iluminación?
— Charles, encárgate de los cuerpos, no me interesa saber lo que hagas con ellos, solo esperemos que con esto Ashton ya esté a salvo.
— ¿Cuál es tu teoría?
— Que lo buscaba para saber algo, pero, él no sabe nada, él no. – mordí una manzana después de hablar.
— ¿Cómo sabes?
— Porque se lo pregunté, no tené idea de por qué los rusos le querén dar cuello, y no tené sentido.
— Tal vez, en fin, me haré cargo, Ares.
— Sí, nos iremos ya, mis tíos deben querer saber qué mierdas sucede y tengo que rendir mi diezmilésimo informe de gobierno.
— Buena suerte con eso, Kan.
— Ya ni me digas, suerte también para ti, Charles. – abordé mi auto y llamé a Magnuss, supongo que Jason está con él.
— El águila aterrizó.
— Sos un cabrón hijo de puta estafador o lo sabías desde un principio.
