Capítulo 7

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Brianna

Estoy de pie desde hace unos segundos en los que el pomo de la puerta de mi habitación no deja de moverse. Intuyo por los movimientos que él mismo realiza, que al principio lo han intentado abrir con las manos, forzando de un lado a otro la cerradura, pero no va a ceder y por el otro mi intuición y la forma en la que observo cómo se mueve la parte central del pomo de la puerta es que la quieren abrir con algún objeto que puede realizar aquella acción.

Maldita sea mi suerte para con los marranos que son los hombres, por eso los detesto.

Puedo ir y ponerle el pestillo a la puerta en la parte superior, de ese modo todos despertarán al mínimo ruido por la cadena de este, pero tampoco quiero volver a pasar por aquella estúpida situación en la que todos me miran, todos murmuran, donde no puedo salir a la calle sin ser señalada, donde la única persona que ha extendido la mano después de que mi familia me repudiara sea sometida a las críticas y burlas, no obstante, todo aquello en el peor de los casos que ella también termine echándome de su casa.

Con la mala suerte que cargo no es como si difiero de aquella opción.

En cambio, de todos aquellos planteamientos, algo muy dentro de mí me obliga a quedarme en mi lugar. Esa parte oscura. La que no me permite sentir miedo, la que disfruta de muchas cosas que para una persona normal es malo, pero yo no soy normal. Creo que nunca nací para ser normal.

La navaja descansa bajo mi almohada y aún llevo los audífonos en mis oídos. Hay tiempo de más para quitármelo e incluso masajear mis sienes y estirarme en lo que ese perro abre la puerta. No dudo en hacerlo y con suma paciencia me quito los audífonos y los dejo descansar junto a mi móvil en la mesilla de noche. Estiro mi cuerpo, escuchando el suave tronar que hacen mis huesos.

Ummm. Esto se siente bien.

Cálculo el tiempo exacto, sé que la puerta está casi al ceder y abrirse, tal vez esté usando algún objeto de peinarse de Marie y por eso esté tardando más de lo normal en abrirla. Ese pedazo de mierda solo puede pensar seguro con la diminuta punta de su asqueroso pene.

Con suavidad tomo mi bella y hermosa navaja, la poca luz que se filtra a través de las oscuras cortinas de mi habitación y que dan justo en el filo de ella, la hace ver sumamente filosam brillante, peligrosa y atractiva como lo es la noche.

Lyutsifer —susurro bajo.

Ella es como la noche, llena de oscuridad y luz, llena de secretos. Secretos como la sangre que ha derramado.

Muevo mis pies a la velocidad de la luz, cuando el clic del pomo al sonar me hace saber que la puerta ha sido abierta.

En segundos estoy del lado contrario al que se abre.

La luz del pasillo ilumina la oscuridad de mi habitación, esto parece una película de terror, nada más lejos de la realidad. Es terrorífico y amo esto, aunque trato de ser normal lo que nunca seré. Mi vida se volvió una mierda y la poca normalidad que quedaba en mí se largó cuando hace un año y medio sucedió aquello.

Admiro la figura que la luz forma, es como creciente y más creciente a medida que el cerdo llamado Andrés ingresa a mi habitación. Aparecen sus pantorrillas en primer lugar, me doy cuenta que solo calza un simple bóxer, dejando ver la flacidez de sus diminutas partes. Creo que soy más harta que esta mierda. ¿Qué mierdas pensó una mujer como Marie al llevarse a esta aberración a la cama? Su espalda y brazos no tienen ni un solo músculo y los años parecen pasarle factura enormemente.

Se acerca a mi cama y enciende la pequeña lámpara antes de darse cuenta de que no estoy. Es inteligente porque toca las sabanas y se da cuenta de que hace segundos estaba ahí. Justo cuando empieza a buscarme, décimo moverme a una velocidad rápida y jugar un poco.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora