Capítulo 67

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Brianna.

Se detiene el tiempo, solo somos ahora mismo mi bebé recién nacida y yo. Absorta en ella, en su carita de ángel, su cuerpecito pequeño, sus ojos de colores, hay uno azul y otro verde con destellos de otros tonos que desconozco.

Irina es tan hermosa que me cuesta respirar, me cuesta pestañear con el miedo a hacerlo, que cuando abra los ojos de nuevo ya no esté como su padre.

Dmitry debería estar aquí, viendo a nuestra hija, sosteniendo mi mano o rodeando mis hombros.

Mi corazón de piedra duele con tanta fuerza, tengo tantas emociones juntas que creo en algún momento voy a estallar.

No desfalleceré, no soy cobarde, no puedo ser egoísta, mis niñas y Mikhail me necesitan, soy su madre se supone que mi papel como tal es guiarlos, estar para ellos, ser más que una figura materna.

No tienen a la paterna porque no sabemos dónde está.

Estoy siendo ilusa quizás, simplemente no puedo asimilar que solo puede que existan sus restos.

— ¿Estará bien? —inquiero preocupada por mi linda bebé.

Me faltaba seis semanas para completar, es tan riesgoso todo, estoy al tanto de las consecuencias de un parto prematuro.

—Un 90℅ si señorita Millers —responde la doctora ingresando —. Ha nacido muy bien, su peso más que sorprendente para faltarle tiempo.

Acomodo el guantecito de su manito diminuta.

— ¿El otro 10℅?

La médica escribe algo en su planilla antes de responderme.

—Con todos los cuidados estará perfecta, no tiene porque preocuparse.

Si supiera cuánto detesto esa contesta.

— ¿Cómo no voy a preocuparme? —mi mirada intimidante está sobre ella, acomoda nerviosa su bata —. Se trata de mi hija doctora.

Infla los hombros dejando escapar el aire posteriormente.

—Disculpa...—balbucea —. Perdió abundante sangre, es requiere de buena alimentación, tomar mucho jugo.

Por eso estoy débil, nada que no recompense tener a mi hija entre mis brazos.

— ¿Cuándo podré amamantarla? —mi curiosidad está por las nubes, por más informada que esté, ella es la profesional.

—Puede pegarla a su pecho desde ya, con la succión del bebé, es mucho más factible y eficiente que baje pronto la leche, además, a la mujer dar a luz, hay una leche llamada chalota, es algo que no verá, pero es espeso, la mejor leche para el lactante.

Ese dato no lo sabía.

Tendré a Irina el mayor tiempo posible pegada a mi pecho.

Me toman la presión con algo de dificultad por sostener a Irina que cierta los ojos, la luz le molesta, dormita a la vez.

Toman mis signos vitales, fiebre, etc., preguntas por cada lado que solo me exaspera.

Necesito irme a mi casa, ver a Sergei para que siga buscando a Dmitry.

Recordarlo provoca lágrimas a mis ojos. Duele como nunca tuve una idea.

— ¿Puedo irme a mi casa verdad?

La doctora levanta la cabeza de lo que anota.

—No es prudente señorita Millers —revira —. Todo salió bien, solo lleva poco menos de veinte y cuatro horas aquí, es apenas de madrugada, el bebé debe permanecer más tiempo en la incubadora, usted tiene una cirugía.

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