Capítulo 41

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Dmitry.

Lo sabía.

Rara vez me equivoco y cuando lo hago trato de buscar un cuando, un porqué, dónde, cuál fue mi fallo. Me pueden llamar perfeccionista, pero hasta cierto punto lo soy y lo sé.

Se lo dije y no me escuchó, le dije que debía dejar ir a ese bebé, ya básicamente no puede.

Un plan perfecto, se han estafo adelantando en cosas tan sencillas como esas, pero que al mínimo toque se vuelve dinamita y destapa lo que ahora es un maldito juego de reyes, solo que yo soy el sultán y aún no se han dado cuenta, solo hace falta que al parecer les saque los ojos, porque eso haré, así miera en el proceso.

Algo tan bien planeado.

Ruslan que regresa, yo que voy por él, no solo me sacó de mi jaula por yo mismo ser tan impulsivo, tengo que reconocerlo, pero de los errores uno aprende y sigue hacia adelante, ya me pasó una vez, ya no me vuelve a pasar, es fácil y sencillo. Ese bebé fue colocado, ellos sabían de cada trauma de Brianna, de su debilidad por ser madre de un pequeño, pero si de algo estoy seguro es que el gran hijo de puta de Nikolai Petrov y su gran nuevo aliado Ruslan Popov tienen que ver.

Vaya sarcasmo el mío.

—Es algo que ya sabía, pero de todas formas te agradece —le suelto un guantazo de inmediato —. Ahí está, cumplo mi palabra.

No tiene muchas fuerzas para moverse y tampoco para objetar algún movimiento o palabra en contra de lo que le estoy haciendo.

No me fiare del todo con él, me conviene mantenerlo aún vivo, tiene familia y por más que vivamos en un mundo donde la muerte es nuestra mejor amiga, dicen por ahí que la sangre pesa mucho más que el agua, me conviene tenerlo vivo.

—Morirás —articula en un baño susurro que creí haberlo imagino, sino fuera porque prosigue —. Solo es el principio —sigue con dificultad —, tu padre...

Privo su estomago cuando menciona ese apelativo.

—He dicho que no me es mi padre, no tuve, no tengo y no tendré.

Se ha quedado sin aire, busca con desesperación.

—Ha tejido una trampa a tu alrededor sin darte cuenta... caerás cono rata.

No me sorprende que lo haya hecho. Yo nunca entendí porque me odiaba tanto, desde que tengo consciencia hasta que escape de sus garras antes de que me diera a los violadores que violaron a mi madre esa desgraciada noche, nunca entendí porque sólo recibía golpes en vez de una caricia, mi delgado y pequeño cuerpo siempre estuvo lleno de moretones, en ocasiones huesos rotos, hambre, sed incluso, mis topas parecían la de un niño huérfano, sin nadie en el mundo, mamá siempre las remendaba, quizás pasaba mucha hambre, pero siempre estaba limpio, lo que no recibía de él, lo recibía de la mujer más importante de mi vida, mamá.

Fui muy cobarde, nunca dejaré de culparme de su muerte. Si tan solo yo hubiera hecho algo, hoy mamá estaría conmigo y yo no fuera quizás el monstruo que acaba con vidas sin mirar a quién.

Alejo a mamá de mi mente, por ahora ella no debe estar ahí, tampoco mancharé su recuerdo con lo que estoy trazando en mi cabeza, siempre me dijo que fuera bueno, pero, ¿qué puedo hacer yo si es la única forma de sobrevivir que tengo? Y aunque por más que lo niegue, me gusta matar, me gusta el olor de la sangre, me gusta acabar con otros asesinos, con personas que son comerciantes de humanos, que prostituyen, que violan niños, niñas, que hacen su merced con quienes no matan ni una mosca, con quienes están vulnerables, me encanta ver el miedo en esos ojos en especial. No puedo explicar con simples palabras lo que significa ese deleite para mí. Es simplemente grandioso y magnífico.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora