Dmitry.
Puedo ver la excitación y la expectación que se precipita a través de sus venas ante la mención del bastardo, el único que queda de la bajeza que le hicieron.
No puedo explicar exactamente lo que siento al saber, pero si una cosa, no estoy dispuesto a que la toquen, que la dañen nuevamente.
Brianna era un ángel, un ángel que rompieron, igual que Satanás, cuenta la leyenda que era un ángel del cielo que luego fue enviado por su malicia a la tierra y de ahí vino el infierno, solo que a diferencia de él a Millers hicieron que se volviera Lucifer.
No soy de fiar, ella lo sabe y yo lo sé, pero si algo es seguro es que yo no la voy a lastimar, pero tampoco seré dulce, suave, ese lado también murió en mí, no soy precisamente el tipo de hombre que regala rosas, que es suave, eso es una mierda para mí, no sé lo que es hacer el amor como le llaman, yo soy rudo, me encanta el sexo diferente, pero si algo sé es que yo Dmitry Petrov no soy el tipo de hombres que lastima a una mujer, eso nunca, mi madre era una mujer.
La recuerdo, la recuerdo tan perfectamente que duele, recuerdo cada detalle de su bello rostro, yo soy hijo de una mujer, una mujer me dio a mi madre y así sucesivamente.
Lo intenté, intenté tener a alguien, pero lastimosamente eso se lo llevó el viento.
—Petrov, yo, yo estoy demasiada dañada como para que se me vaya ese trauma —murmura y toma con su temblorosa mano el vaso de cristal con agua.
La veo tragar duramente, es como si con el agua tratase de digerir el nudo que hay en su pecho.
Ella sabe que no soy de dar palabras de consuelo y aun así se deja mostrar, tal parece que he sido la única persona que no la juzga. Maldita mierda de familia que tiene si ese es el caso.
—Mírame —le ordeno.
—No —niega.
Ella no es el tipo de mujer que acata órdenes de hombres. La entiendo, pero a mí me gusta que me obedezcan.
—Le he dicho que me mire —dejo el tenedor y la observo llenar su boca de ensalada para no hablarme, usa la cena como escudo.
Agota mi paciencia.
Traga antes de hablarme nuevamente.
—Ahora no puedo —musita simplemente.
Paso la mano por entre las hebras castañas oscuras de mi cabello.
—Si puede, no me haga recordarle quién soy, puedo desocuparla en un segundo Millers —mi respuesta la cabrea y deja de lado los cubiertos para verme a la cara fijamente.
—A mi no me amenace —sus ojos me perforan centelleantes en llamas azules.
He obtenido mi objetivo.
—Le haré una pregunta y me contestará con lo primero que le llegue a la cabeza —pido —. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —titubea un segundo, pestañea y arruga su entrecejo. El flequillo de su cabello se está secando hacia un lado y me deja ver sus hermosas cejas.
— ¿Cree que no tengo traumas? —doy un bocado a mi cena mientras espero su respuesta y evalúo su expresión.
Su entrecejo se frunce más y su boca se tuerce.
—No lo sé —responde pasado un minuto.
—Ahí está la respuesta —llevo un poco más de ensalada a mi boca y pienso unos segundos breves —. Cada maldito día de mi vida recuerdo mi trauma más grande, luego le siguió otro, sin embargo los aprendí a dominar todos y cada unos de ellos —miro a un lado y luego vuelvo a mirarla a ella, no muestro nada en mi expresión, pero sólo yo sé que tormenta tan gris hay dentro de mí, dentro de mi cabeza, dentro de mi pecho —. Aprenda a dominarlos Millers o ellos la dominarán a usted, sea preguntado alguna vez de que le sirve ser tan fuerte, una asesina, si cuando tocan su punto más débil, si cuando tocan su trauma usted se vuelve temeraria. Eso es una ventaja a favor de su enemigo.
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ALÉJATE © [Corrigiendo]
General FictionÉl es destrucción, Tóxico. Y ella es su única salvación. +21 NO COPIAR. ES DE MI AUTORÍA.