Capítulo 23

10.4K 693 196
                                    

Dmitry.

¿Padre? Me he estado haciendo la pregunta durante los últimos segundos desde que lo ha dicho a ver si escuché mal, sin embargo escuché perfectamente bien y he de aclarar que los oídos me han salido taladrados y más que lastimado por su horrible voz y lo que ha dicho la misma, el daño ha llegado a mi cerebro y las neuronas me están trabajando tan rápido como la furia que ha recorriendo mis venas, este perro está recordando será cuando nací o no sé, porque no tengo recuerdos nítidos de cuando alguna vez me trató bien o dijo alguna palabra decente dividida hacia que no hayan sido insultos.

Estoy seguro que todos aquí han escuchado su declaración y no hay que será divino para saber que toda Rusia al menos de que piensen que es una casualidad, saben que Nikolai Petrov es el hijo de perra que puso el esperma en el óvulo de mi madre y de ahí salí yo.

Escucho la puerta de mi auto abrirse rápidamente y sé que Millers ha salido, maldita sea mi suerte, acaso es estúpida.

—Hijo de perra, no eres mi padre —avanzo en su dirección sin temer a que me mate, él no lo hará, lo conozco, no en este momento. Nikolai Petrov le divierte jugar.

—Bueno, sino lo asimilas tendré que narrarte la manera en la que tu madre y yo te concebimos —hace un gesto subjetivo con la lengua y mi puño en segundos está volando por los aires y estrellándose en su asquerosa cara.

— ¡No la menciones bastardo!

He alzado la voz maldita sea, cuando hago eso es un grave problema, los recuerdos empiezan a llegar tan nítidos a mi cabeza que duele.

Escucho el sonido de las armas al apuntarme y como mi frente reacciona. Incluso Millers tiene su arma al frente con precisión, es la única que está lo bastante cerca de mí para darme cuenta.

— ¿Vez? Por eso digo que eres mi hijo, estoy seguro de eso, incluso tienes mi lunar, eh —limpia la sangre de su boca con la lengua.

La tensión se siente en el aire, los frentes están locos por dispararse. No obstante hay algo que lo impide, yo quiero matarlo, es lógico sin embargo arriesgo a demasiadas personas, la zona no es totalmente despierta y antes de que lo mate la policía estará aquí o quizás él me mate a mi primero.

—No hables de ella, no la pienses, no la menciones, es una blasfemia en su nombre, deshonra su memoria —escupo en su dirección mi saliva.

Me mira asqueado ante de sacar un pañuelo y limpiar su cara de mi saliva.

Alza el brazo y veo la misma mirada que veía en sus ojos cuando niño, esa mirada que tanto me intimidaba, la mirada que me daba justo antes de molerme a golpes sin importarle mi edad, lo frágil que estaba, ni las súplicas de mamá, ambos llevábamos golpes por doquier, pero sin duda alguna mamá era la que más sufría con toda la situación.

Su brazo alzado yendo en mi dirección, todo es como un cinta que se reproduce en mi cabeza, hay un niño asustado en el suelo haciéndose un ovillo, abrazando sus pequeñas piernas con sus frágiles y delgados brazos alrededor, no puede llamar a su madre porque tiene miedo de que la lastime de nuevo, más de lo que lo hace diariamente, a veces a su corta edad aprendió que no solo los golpes lastiman, sino las acciones, él dejaba que la dañaran y no hacía nada, todo era para su maldito beneficio.

No, no, no y no, me niego a ser de nuevo ese niño frágil que no podía defenderse, si hablaba me pegaba, si lloraba los golpes eran más fuerte, si se caía algo también era calla mía aún hay sido el viento, decía que yo era un bueno para nada, mamá también, que no servíamos ninguno, cada vez más veía como la vida de mi hermosa madre se iba apagando, hasta que esa noche él la terminó apagando y no solo él.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora