Capítulo 37

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Brianna.

Sus sonidos de bebé me tienen embobada, cada respiro, queja por las malditas hormigas en sus pequeños oídos, aún así son una ternura de sonido.

Lo sostengo como si mi vida depende de su contacto. No quiero dejarlo ni un minuto.

Sigo a Petrov, sé que las cosas no salieron según él lo pensaba al parecer o no estaría pasillando por aquí si así fuera. Da largas zancadas y se mantiene lejos de mí. Ahora mismo su falta de tacto no me afecta en lo absoluto, este pequeño llena cada espacio.

—No tienes nombres —le comento al bebé que no puedo verle los ojos bien debido a la falta de luz, además este no es el tipo de luz adecuada para un bebé, aún así sé que sus ojos son de colores —. Puedo ponerte uno, deja y pienso.

—No le pondrás nada porque ese bebé lo llevaran a un orfanato y de ahí no sabrás más de él, así que ahorraré la molestia —me contradice Petrov con la voz más fría.

Tengo miedo de dejarlo en un hospital, tengo miedo de que me lo quiten.

Dmitry Petrov no me quiere con mi bebé.

Eso es malo, muy malo, porque yo no lo dejaré.

Me siento muy vulnerable en este momento, si me lo quitan no sabré que hacer realmente.

—Ese no es tu problema Dmitry —lo tuteo, al rato se me olvida todo, hasta mi nombre menos mi bebé —. Solo lo llevaré a que lo atiendan Dmitry, hazte a una idea de lo que estoy pensando, eres muy inteligente y me conoces.

Ingreso al auto. Hay un desastre de cristales por doquier, me aseguro de que ninguno toque a este pequeño. No puedo imaginar siquiera que uno se atreva a lastimarlo. Exploto en ese entonces.

Hay cadáveres por cada lado, yo soy responsable de unas cuantas muertes, no me arrepiento de haber venido. Lo he encontrado. No ignoro la sensación de desasosiego que tengo en mi pecho, esta no ha mejorado en ningún momento desde que salimos de la casa. Algo anda muy mal.

Trato de relajarme, se mucho sobre bebés. Cuando me sucedió la desgracia de la colación y me informaron que ya no podía tener hijos, me obsesioné con el tema, busque por cada parte libros, los enlaces en mi móvil solo hablaban de bebés, nombres por doquier, pasaba tiempo como quien no quiere la cosa viendo cosas de bebés en las tienda, la vida me golpeó en mi sueño más grande, ser mamá, ahora que tengo la oportunidad no la pienso desaprovechar.

Relajo los latidos acelerados de mi corazón, abrazo al bebé cuando el animal con el que vivo estrella la puerta del auto asustando a mi pequeño que contrae su cuerpecito en cada extremidad.

—Me hago a una idea de lo que estás pensando, pero no sucederá, ese bebé tendrá a alguien más que lo cuide —enciende el auto mientras yo chispeo de la rabia.

Odio cuando dice bebé, lo hace con ironía. Está empezando a tocarme los cojones y no le conviene.

—Ya tiene quién lo cuide eso ni tú, ni nadie me lo discutirá —le contradigo ignorando cómo está conduciendo. Ni mira a mi bebé.

—No me retes Brianna, dije que no te quedarás con ese niño y no lo harás. Es mi última palabra —zanja el tema. No se da la oportunidad ni de mirarlo, él tiene hambre, lo sé por sus quejas.

—Quieres darte más prisa, el bebé tiene hambre —pido indiferente en su dirección.

No me responde solo acelera, por más reacio que se comporte el odia ver a las personas con hambre y ese es mi punto a mi favor, mientras más rápido maneje, más rápido llega, le limpian el pañal al bebé, le limpian sus oídos y de paso lo alimentan.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora