Capítulo 17

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Brianna

Estoy paralizada en mi lugar, ¿Qué demonios hace aquí? Me pregunto qué diablos está sucediendo que me lo encuentro hasta en la sopa.

—No me va contestar —inquiero, cruzándome de brazos y mirándolo fijamente.

Él está sentado en la mesa de la que fue mi casa con confianza y un aura del rey y señor de la casa. Me mira de forma burlona y me cabrea su actitud.

— ¿Lo conoces? ¿De dónde? —interroga Henry.

Me giro a mirarlo flminandolo en el proceso. Que no venga a sentirse con derecho a querer preguntar sobre mi vida. Ellos, todos, han perdido cualquier autoridad.

—Es mi maestro —me veo contestando.

El jadeo de asombro no se hace esperar de Henry, Sophia aún sigue mirándome como si fuese un fantasma, pues no lo soy y ella lo sabe, aunque han actuado como sí lo soy desde hace un tiempo.

— ¿Cómo? —la muda parece recobrar la lengua y hablar.

Pongo los ojos en blanco.

—Es estúpido preguntar eso, Sophia—le dedico una mirada fría, me alegra ver el terror en sus ojos —. Estudió maestría, años de experiencia y es maestro de la especialidad.

Evito agregar que solo es una fachada para distorsionar a las personas y no vean realmente quién es Dmitry Petrov. Un mafioso sin corazón. Aunque, realmente he visto que da una clase excelente. Necesito conocer a este hombre.

Miro nuevamente a Petrov y me analiza, estudia a mi familia con verdadero interés.

—Me asaltaron cuando venía a cenar al restaurante de su familia —me está contestando tan convencido de lo que dice y mostrando una naturalidad ante su mentira que es capaz de persuadir a quién no conoce realmente quién es. Mentiroso —. Su familia me ayudó.

Con su mirada azul y tan fría como el hielo me está diciendo en silencio que calle y me veo haciéndolo, no lo estoy delatando en este instante. No soy una soplona y odio a los soplones, también por muy hijo de puta que sea y me haya estado mintiendo, Petrov me ha salvado de quedarme en la calle.

Arrastro una silla y tomo asiento.

—No son mi familia —corrijo lo último que he dicho.

—Brianna —puedo sentir a través de la voz de Sophia la súplica de que me calle —. No es momento para eso.

Me encojo de hombros y le resto importancia. No me importan sus palabras.

—Él hizo lo que ustedes no, él me ayudó y ustedes me dieron la espalda, ¿Aún así debo llamarlos familia? —mi pregunta los deja en silencio y agradezco que lo hagan en estos momentos, mejor que guarden la saliva y la energía para contestar mis interrogantes.

El niño dorado y mimado de Henry y Sophia, ingresa a la cocina y se queda en una pieza al verme. Juro que su corazón quiere salirsele por la boca, por su cuerpo ahora mismo, lo puedo cortar y puede que ni una gota de sangre bote.

— ¿Dónde estabas, Oliver? —Sophia va a acariciar su cara y con enfado lo mira.

— ¿Dónde más crees que estaba, Sophia? —inquiero sin dirigirle una mirada a Oliver —. Desde aquí huelo el alcohol en él. Apostando como siempre, no me sorprende si un día aparece con el estómago abierto en un alcantarillado.

El niño mimado parece reaccionar.

— ¡Cállate, maldita asesina! —está gritándome sin importar que lo están escuchando y que Petrov está mirando todo con suma audacia. Para ellos Petrov es un desconocido, aún así, Oliver no se limita para gritarme lo que soy.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora